El fracaso de la DEA, las miles de muertes por el fentanilo y el debate pendiente
Marcelo Duclos.- “Hay dos cárteles en México, el cártel de Sinaloa y el cártel de Jalisco, que están matando estadounidenses con fentanilo a tasas catastróficas. Es un récord como nunca antes habíamos visto”. Las palabras de preocupación son de Anne Milgram, directora de la DEA.
La droga a la que hace mención la funcionaria es peligrosísima. Se trata de un opioide sintético que es 100 veces más fuerte que la morfina. Según la organización norteamericana dedicada a la fracasada “guerra contra las drogas”, el fentanilo es también 50 veces más potente que la morfina. Dos miligramos de la sustancia, ya podrían ser mortales para cualquier ser humano.
En el ámbito de la medicina se utiliza desde 1968, en la anestesia para casos excepcionales. Como para darse una idea de lo potente que es el fentanilo, en un año se utilizan menos de dos mil kilos de esta droga a nivel mundial. Su producción total para el consumo en el mercado ilegal de estupefacientes es para las autoridades todo un misterio. Lo único que están contando con certeza son los miles de muertos que engrosan la lista de las víctimas de la letal sustancia todos los días.
En la jornada de ayer, la DEA emitió un comunicado en el que aseguran que muchos de los consumidores de estupefacientes podrían no tener idea sobre la sustancia en cuestión y de su presencia en las drogas que utilizan. “Muchas víctimas de envenenamiento no saben que el fentanilo está en la sustancia que están ingiriendo”, reconoció Milgram en el parte de prensa. Sin embargo, la DEA, lejos de repensar su rol y responsabilidad se limita a acciones insólitas como la que lanzarán este domingo: ‘El Día Nacional de Prevención y Concientización sobre el Fentanilo’.
El año pasado en Estados Unidos, más de 100 mil personas murieron a causa de sobredosis e intoxicaciones. Casi el 70 % de los decesos están vinculados a los opioides sintéticos de la familia del fentanilo. Estas cifras deberían plantear cosas que todavía están ausentes en el debate.
Aunque las noticias aparezcan en lugares diferentes, otras informaciones como la del baño de sangre en que se convirtió la ciudad de Rosario en Argentina, están absolutamente relacionadas con el estéril juego del perro que busca morderse la cola en el que se empeña la DEA norteamericana. La “guerra contra las drogas”, además de fracasar en su objetivo, genera una serie de externalidades negativas que casi nunca están presentes en los debates sobre la legalización.
La prohibición del consumo, su venta y producción, dejó el negocio en las manos de los narcotraficantes, el mercado de lo que se conoce como “droga”. Al ser un negocio del mercado negro, no existe ningún incentivo a la hora de cuidar a los clientes, que muchas veces mueren como moscas, incrementando el listado de “sobredosis”.
Este círculo vicioso genera cada vez sustancias más letales, además de una corrupción generalizada en los ámbitos políticos, judiciales y policiales. Culpa de la “guerra contra las drogas” son hasta las muertes de víctimas inocentes, que caen abatidas por balas perdidas en los enfrentamientos de las mismas bandas narcos. Sin embargo, ninguna de estas cuestiones entran en el cálculo cuando se debate la necesaria despenalización y legalización. Solamente se argumenta que si se liberan las drogas, el consumo aumentará. A veces, incluso, se presentan insólitas estadísticas de países que liberaron algunas drogas como la marihuana, diciendo que se incrementó la cantidad de consumidores, como si hubiesen podido medir las estadísticas previas, en la época de la prohibición.
Es lógico que los funcionarios de la DEA no llegarán a la conclusión que su función es contraproducente, para renunciar a sus jugosos salarios y tener que salir a buscar trabajo. Ellos seguirán buscando más presupuesto, mostrando algunos operativos intrascendentes, lo mismo que sus agencias análogas en el resto del mundo. Mientras que una cocina se desmantela y una banda se arresta, otras nuevas surgen en otros lugares. Sin embargo, se siguen gastando millones de dólares de los contribuyentes inútilmente y la gente se sigue muriendo cada día más por estos envenenamientos del fentanilo que podrían evitarse con las drogas dentro del mercado legal.
Claro que es válido el argumento libertario de la autonomía, la libertad y la responsabilidad individual, a la hora de discutir en favor de la legalización de las drogas. Sin embargo, hay otros argumentos, tan útiles como morales, que deberían estar también presentes en el debate. Entre ellas las trágicas externalidades negativas que se tendrían que haber aprendido en los años con la fallida “ley seca”.