De izquierda a derecha, Ortega Smith, Olona, Espinosa de los Monteros y Abascal.

AR.- “La diputada Patricia Rueda nunca haría lo que Macarena Olona: dimitir. Y no dimitirá y aguantará lo que le echen porque no tiene donde caerse muerta y porque su formación es similar a  la de Puri (la diputada autonómica por Málaga que confunde “aerolínea” con “aerolinia”). Así se expresó ayer un ex alto cargo de Vox en Málaga tras el anuncio de Olona de que abandonaba la actividad política por motivos de salud. Estas líneas sintetizan fielmente cómo Vox ha sucumbido al peor de los males en cualquier proyecto humano: excluir a los mejores y promocionar a los más incapaces. La excrecencia por la excelencia. Hay un principal responsable no suficientemente señalado: Javier Ortega Smith, sin duda el principal activo que tiene el PP para el trasvase de centenares de miles de votos del partido verde a la casa cuna.

Hay silencios elocuentes que definen mucho. El de Ortega Smith ayer en redes sociales es uno de ellos. Hasta la ministra Irene Montero supo estar a la altura y se despidió de la alicantina con impecable corrección. Ortega Smith rompió su conocida locuacidad para permanecer mudo. Nada que decir tras el adiós de la diputada que puso la política antiterrorista del gobierno contra las cuerdas, una y otra vez.

Desde su ostentoso bodorrio de nuevo rico hace un año, nomás, Ortega Smith es un puro desastre. Tiene a las provincias hechas un asco, raquíticas en cuadros y en personal de valía. Los mejores ya se han ido, hartos de sus malas formas. El número de atribulados es tal que forzosamente debemos preguntar si a la dirección nacional de Vox le ha sido ordenada la implosión del partido. Y que no vengan los ‘hooligans’ a contarnos que Vox está siendo víctima de las élites, de Soros, de la Agenda 2030 o del Sursum corda. Que no nos tomen por tontos estos caraduras, a quienes urgiría preguntar: ¿quedan eximidos los dirigentes de Vox, empezando por Ortega Smith, de alguna responsabilidad tras la pérdida de la mitad de los concejales obtenidos en 2019? ¿Son o no responsables de que más de la mitad de las provincias estén gestionadas por inútiles gestoras a espalda de los militantes? ¿Acaso esta gente es incapaz de formular una mínima autocrítica? La culpa de que Vox esté hecho unos zorros siempre es de otros. Así han acabado.

La marcha de Olona ha sido pues la crónica de una muerte anunciada. Olviden los motivos de salud que han sido usados como pretexto. El único mal que aflige a Olona es el orgullo herido. Se ha sentido estafada (y con razón) por la cúpula nacional de Vox, que durante meses le doró la píldora para que se presentara a las elecciones regionales andaluzas con unas expectativas sin techo, aún cuando los datos demoscópicos que manejaban a nivel interno decían justamente lo contrario. Hay que aclarar que la primera opción de Vox era Patricia Rueda. Ortega Smith apostó fuertemente por ella e incluso la estuvo paseando por Andalucía para darla a conocer. De donde no hay no se puede sacar, sostiene el refranero español. El problema de Patricia Rueda era y es su raquítica formación, su perfil de mujer trepa y logrera, su insustancialidad ideológica, su risible oratoria. ¿Alguien se la imagina en el debate a seis dejando bien al descubierto su analfabetismo político?

Descartada “Barbie” por su manifiesta inutilidad, intentaron convencer a la jueza Alaya, quien no habiendo perdido la cabeza, dijo que nones. Quedaba la opción de Gavira, que fue desestimada por su bajo perfil. Así que los que llevaban tiempo queriéndole hacer a Olona el harakiri político, vieron la gran oportunidad. ¿Qué sentido tenía desprenderse de la mejor parlamentaria para mandarla a Andalucía a ejercer de diputada rasa? ¿Se imaginan al Real Madrid traspasando a Vinicius al Granada y quedándose con Mayoral como referencia ofensiva? Descorazona saber que hasta en el fútbol impera más la lógica y el sentido común que en los partidos de la casta. El hecho de que la alicantina estuviera despertando una importante proyección mediática en el Congreso de los Diputados habría molestado a Iván Espinosa de los Monteros, portavoz en el Congreso, y a Javier Ortega Smith, secretario general, quienes gustarían de suceder a Abascal en el liderazgo de la formación si este diera un paso a un lado. Esto es lo que dejó escrito AD en plena precampaña de las andaluzas: “Cuando un niño está malcriado, suele recurrir con frecuencia a las rabietas cuando no obtiene lo que quiere en cada momento. Vox está actuando como ese niño malcriado durante la precampaña para las elecciones autonómicas andaluzas y no parece que vaya a cambiar de aquí al 19 de junio. Apena ver a una mujer como Macarena, que en otras circunstancias podría ser brillante, soliviantada y en permanente bronca con todo lo que se mueve. No propone absolutamente nada constructivo, sus intervenciones se limitan a soflamas populistas de libertadora, somo si los andaluces necesitáramos que viniera con las llaves a arrancarnos los supuestos grilletes. ¿Y quién le ha dicho a esta señora que Andalucía necesita que la rescate? Y sobre todo, ¿de quién nos tendría que rescatar Macarena Olona? Esta mujer está siendo muy mal asesorada. Puede que deliberadamente mal aconsejada”.

Si Macarena Olona hubiera escuchado más a los que dejaron de pertenecer a Vox, habría percibido sobre todo que el partido verde se va pareciendo más a aquello que Lenin definió como el centralismo democrático. El Comité Central es el que elige y dispone. Triste pero real. Han estafado a miles de votantes y afiliados jugando con su ilusión y trabajo desinteresado. Macarena se olvidó de estos militantes y prefirió fiarse de unos dirigentes resueltos a su decapitación. Y si esto lo hacen con una de sus más icónicas representantes, qué gesto de grandeza humana podría esperar de ellos un simple militante de base.

Los datos hicieron que la candidatura de Olona pasase de ser una estrategia para no tener sombra alguna en el Congreso para Abascal, a ser una necesidad para resistir resultados. Olona se revolvió meses atrás para evitar ser candidata en Andalucía llegando a afirmar a su círculo más cercano que ella “no es una política de media tinta” para ir a una región. Su cabeza estaba puesta, junto a la de Espinosa de los Monteros, en 2023. Ella tenía fuerza suficiente imagen para ser el número dos del partido y ese futuro no pasaba, hasta hace cuatro meses, por Andalucía.

Otra cuestión que ha tenido mucho peso en su decisión ha sido lo que se ha encontrado Macarena Olona dentro de su grupo parlamentario. ¿Qué pintaba una abogada del estado rodeada de analfabetos funcionales, como la malagueña Purificación Fernández, cuya formación se reduce a un curso de 50 horas? Normal que se haya ido pretextando una enfermedad en la que nadie cree. Ella, a diferencia de Patricia Rueda, sí tiene donde caerse muerta.

Y no será porque AD no lo advirtiera. Esto fue publicado el 8 de junio sobre el fracaso electoral en ciernes que pocos percibían: “Con estos mimbres, las elevadas expectativas electorales que tenían los miembros de VOX es muy probable que se vean truncadas por la falta de proyecto, rigor y seriedad. Probablemente, mejorarán el resultado obtenido en 2018 por el juez Serrano, cuando la formación todavía era un tanto desconocida para la sociedad, pero ni de lejos alcanzarán la meta que se habrían propuesto de acercarse a los 30 parlamentarios en San Telmo.

Sin embargo, la peor parte de este fracaso se lo llevará Olona, quien se está jugando el futuro de su carrera política en unas elecciones que ni le van ni le vienen porque, aspirando como mucho a ser vicepresidenta de Juanma Moreno, perdería su proyección mediática. Si el resultado es tan flojo que no consigue ser vicepresidenta, la culparán del fracaso, toda una trampa de sus propios compañeros de partido”.

Un partido necesita, como presupuesto de existencia, unas buenas dosis de dignidad y de decoro. Su actividad al final queda limitada por el alcance de sus propias fuerzas. Cuando más, si acaso, por el sentido moral del que dispongan sus líderes.

Los vividores que conforman la dirección de Vox saben quién es el principal culpable de esta caída a los infiernos y tendrían en su mano corregir los errores que han puesto fin a la ilusión y la esperanza de tantos como veían en este proyecto político una saludable alternativa. Pero no moverán un solo dedo porque su única aspiración es conservar un puñadito de escaños nacionales y autonómicos, y alguna concejalía provinciana, para la nanocasta voxera y conservar así un magnífico modus vivendi a costa de los más sagrado: la defensa de la patria y de la familia. Esta gente está en política para servirse a ellos mismos con el cuento del servicio a los españoles.

Macarena se ha enterado demasiado tarde.