AD.- He aquí un órdago a lo grande a esa izquierda marrullera que pretende estigmatizar a Vox asignándole a sus miembros conductas carvernarias, de partido repleto de machos alfas, de recalcitrantes machistas a la caza y captura de la diversidad en cualquiera de sus formas amatorias. Y no es así. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Vox, a Dios gracia, es una potente luminaria en el tropel de luces que nos anuncian los nuevos tiempos, lejos, muy lejos, de aquella España garbancera y carpetovetónica en la que los hombres y las mujeres tenían la añosa costumbre de casarse con pares del otro sexo. Felizmente, los tiempos han cambiado y en Vox tenemos el mejor ejemplo.

Contra lo que los incautos puedan creer, Vox es un partido plenamente democrático, incardinado a la diversidad y que marca distancia con esa España apegada a su rancia y casposa tradición enemiga del progreso y la innovación. En Vox no falta gente de otras razas ocupando cargos públicos, ni tampoco dirigentes y dirigentas casados y casadas con personas del mismo sexo. No se entiende las críticas a Vox por parte de un sector de la izquierda cuando Vox secunda con el ejemplo el catálogo de nuevos valores que imperan hoy de forma ampliamente mayoritaria en la sociedad.

Vean sino el último ejemplo. Les presentamos a Nieves y Maika. La primera es coordinadora de Vox en la localidad sevillana de Villanueva del Ariscal. Ambas han contraído matrimonio en una ceremonia civil a la que no faltaron dirigentes del partido en la provincia. La instantánea en la que se ve a la exultante pareja fue colgada en twitter, con la imagen de Macarena de Graná de fondo. Solo podemos desearles que sean felices, y a Vox que salga del armario y admita públicamente lo que los hechos confirman a diario: que son parte de la misma casta con la que pretenden marcar distancias.

Vox se está manifestando, por esta y otras muchísimas cosas, como un fraude descomunal. Se han aprovechado de lo más sagrado -la nación, la bandera, la defensa de la vida no nacida y de la familia- para acabar actuando desvergonzadamente según la agenda 2030. Tanto a Santi Abascal como a Espinosa de los Monteros se les haría el culito coca- cola, si pudiesen participar en el masónico Foro de Davos. Son los caraduras más grandes de la historia de la transición.

La lástima es que habiéndose aprovechado de la buena voluntad de sus honrados votantes, neutralizarán durante mucho tiempo cualquier opción patriótica e identitaria que no ponga en venta sus convicciones por unos cachitos de moqueta. El desencanto será descomunal y el asco mastodóntico. Y es que, seguramente, estaban ya vendidos desde el minuto uno. Que se lo pregunten a Vidal-Cuadras si no.