La filial de Al-Qaeda en África ya es el grupo terrorista que más rápido crece en el mundo
La región del Sahel, en el África Subsahariana, se convirtió en el epicentro del terrorismo mundial, gracias al crecimiento de la filial africana de Al-Qaeda, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM).
Según el Índice Global de Terrorismo 2022, el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM), mejor conocida como la filial de Al-Qaeda en África, establecida principalmente en el Sahel, ya es el grupo terrorista que más rápido crece en el mundo.
Con una extensa área de influencia en el noroeste africano, siendo Mali el país más afectado, el grupo extiende sus tentáculos por todo el devastado y empobrecido continente, siendo en 2021 los primeros a nivel mundial en cantidad de ataques y víctimas, aunque poco los medios hablan de ellos.
GSIM, nombrada en su idioma original Jama’at Nusrat al-Islam wal Muslimeen, fue creada en 2017 unificando a la pre-existente rama de Al-Qaeda en el Sáhara y el Magreb Islámico y a otros 3 grupos terroristas islámicos que respondían directamente a Osama Bin Laden, difunto fundador de la propia Al-Qaeda.
El GSIM tiene un ejército estimado entre los 800 y los 2.000 hombres en 2018, pero en 2021 se estimó en por lo menos 4.000 adeptos, lo cual lo convierte en la organización que más rápido está creciendo en el mundo.
Este fenómeno se explica por un importante pero insospechado aliado a la distancia: los talibanes de Afganistán. Previo a su llegada al poder, muchos de los terroristas africanos viajaban a las montañas de Afganistán a entrenarse con los talibanes. También, varios mujahadines visitaron la África Subsahariana en los últimos años para entrenar a los guerrilleros del GSIM.
Esa región, comprendida por los territorios de Níger, Malí, la República Democrática del Congo y Burkina Faso, se convirtió en el epicentro del terrorismo mundial. El 48% del total de las muertes por terrorismo en 2021 ocurrieron en el Sahel.
La conversión del Sahel en un bastión del terrorismo fundamentalismo islamico ha provocado un fuerte aumento de la violencia mundial. En 2021, las muertes por terrorismo cayeron apenas un 1,2 % a 7.142, mientras que la cantidad de ataques aumentaron un 17%.
El líder de la organización es Iyad Ag Ghaly, apodado “El Estratega”, de entre 67 y 68 años. Ghaly, nacido en lo que hoy es Mali (por ese entonces colonia francesa), participó en múltiples conflictos armados desde sus 16 años, incluyendo la guerra civil del Líbano, en la que luchó junto a las tropas libias del ex-dictador Muammar Gaddafi y las dos rebeliones tuareg (minoría étnica bereber) en el Sahel.
Fue ungido por sus pares como un líder guerrillero por su brutal reputación, que hoy aprovecha para ser considerado uno de los hombres más fuertes del yihadismo en África. Su figura logró unir a diferentes ramas de Al-Qaeda y varios grupos ex ISIS en una sola agrupación, que hoy está en dirección de convertirse en la más peligrosa del mundo.
La principal causa de este fenómeno es la salida de Francia del territorio de Mali a causa de la tensa relación entre la dictadura militar tras el golpe de Estado de 2020, y el gobierno de Macron.
La Operación Barkhane, que desde 2013 luchaba contra los yihadistas en el Sahel, fue detenida por Macron tras fallar en las negociaciones con los gobiernos de la zona. Esto, lógicamente, ha conllevado a un brutal incremento de la actividad terrorista en la zona, que venía siendo taponada por las fuerzas francesas, que hacían parte de la operación armada.
A su vez, la EUTM Mali, misión de entrenamiento de las autoridades de la Unión Europea a las fuerzas malienses, quedó suspendida temporalmente, a causa de la desconfianza europea con la Junta Militar maliense, lo cual es extraño porque los ahora dictadores fueron entrenados por Francia y otros países europeos.
La Junta Militar de Malí, está dejando de lado sus lazos con Europa (lo que se ve en las acciones hostiles contra la presencia francesa) para recurrir en cambio a Rusia y sus mercenarios del Grupo Wagner como garantías de seguridad.
El Proyecto Critical Threats del Instituto Americano de Empresa afirma en uno de sus análisis: que “GSIM está capitalizando la brutalidad y debilidad de la campaña del ejército maliense y el grupo Wagner, fortaleciendo sus lazos con la población vulnerable en las zonas afectadas“.
El sistema de combate contra los grupos terroristas que adoptó la Junta es inestable. Cuando el régimen maliense logra correr a los terroristas de una zona con el apoyo de mercenarios rusos, estos reimponen su control poco tiempo después, dada la poca capacidad de mantener en regla todos sus territorios a la vez ya que no tiene suficientes soldados para hacerlo. En vez de destinar recursos para entrenar nuevas tropas y poder mantener la estabilidad en todo el país, el régimen paga a Wagner para operaciones específicas que no logra avances a largo plazo.