MI.- Hay una pregunta que ronda en el aire en todos los corrillos estos días y que no hace sino acrecentar las sospechas: ¿Estaría Sánchez siendo objeto de un chantaje por los servicios del régimen marroquí por el robo del contenido de su teléfono? Posiblemente nunca lo sabremos pero lo más probable es que dentro de muy pocos años veremos a Sánchez haciendo de lobbista de Marruecos, como todos sus compañeros socialistas que le antecedieron en el cargo y de otros cargos de menor rango, algunos chantajeados y otros sobornados.

Prácticamente se ha hecho tradicional que los presidentes de gobierno, los ministros de exteriores y algún que otro ministro socialista cuando dejan el cargo pasan a hacer funciones a favor del Lobby marroquí en España. De la bancada de la derecha sólo consta como lobbista de Marruecos el caso de Ana de Palacios

Pero hay algo que ha quedado nítidamente claro después de la improvisada, y madrugadora rueda de prensa de Bolaños; que Sánchez es ya un cadáver político que empieza a oler muy mal, un líder con respiración asistida. Ha ido dando tumbos entre Ucrania, las armas, el Sáhara Occidental y las escuchas ilegales y ha acabado haciendo el ridículo más espantoso.

Su intento de tapar un escándalo destapando otro escándalo, es una pieza digna de la peor película del siglo XXI y sus asesores merecedores de la estatuilla al peor guion de la historia. Cuando fue pillado in fraganti espiando a independentistas catalanes desveló el espionaje al que fue sometido por el régimen de Marruecos, claro, sin aludir al autor del espionaje, no vaya ser que vuelvan a llegar a Ceuta otros diez mil inmigrantes o España sufre otro atentado terrorista.

El espionaje a los teléfonos de varios ministros del gobierno, no solo Sánchez y Robles, sino que muchos más, ya lo sabía el gobierno desde hace un año y lo ha ocultado para no sufrir más acosos y chantajes por parte de Marruecos.

Todo el mundo sabía que cuando se desveló, hace un año el espionaje marroquí a los 10.000 terminales argelinos y franceses, España no iba a ser la excepción y automáticamente sabíamos y lo reflejamos en estas páginas que ese espionaje incluía muchos teléfonos españoles.

Lo cierto es que Sánchez atrapado por el escándalo del espionaje ilegal a los políticos catalanes, se montó el harakiri y su torpeza lo ha llevado a tener en vez de uno, a varios escándalos monumentales.

Ya venía de la metedura de pata, del irresponsable e injustificado cambio de postura de la política española sobre el Sahara Occidental, donde quedó en la absoluta soledad, tan sólo le acompañaron en su sumisa aventura con el sátrapa Mohamed VI: los denostados Zapatero, González, Moratinos, Planas y su mujer, todos con algo que agradecer al sátrapa marroquí. A los que hay que sumar la compañía forzada, tapando las narices y tragando sapos y culebras de Bolaños y Lastra, cuando en sus ruedas de prensa intentan justificar lo injustificable.

La torpeza de Sánchez y su equipo urdiendo una operación que no se la traga ni un niño de 5 años, cuando está más que demostrado que sabían del espionaje marroquí hace más de un año. Encima de querer tapar el espionaje a los catalanes, pretenden cobardemente persistir en la humillación de España ante Marruecos, ocultando a los servicios secretos marroquíes, como autores reales del espionaje. Seguramente, el siguiente paso será parapetarse una temporada detrás de la coartada de que no se puede identificar la procedencia de la intrusión, esperando que amaine el temporal y pase la tormenta.

Solo un estúpido puede dudar de la autoría de Marruecos, si a alguien le cuentan que el teléfono de Sánchez fue copiado el día anterior a la salida del presidente saharaui Brahim Gali de España y que volvió a ser pirateado el día después de la invasión a Ceuta organizada por el Majzen Marroquí, su respuesta debería ser: -esto es obra de los marcianos, Marruecos no tiene nada que ver-.

La gravedad del asunto reside en que el Sr. Sánchez que con toda probabilidad en estos momentos está siendo sometido a un proceso de extorsión por parte del aparato del Majzen Marroqui, no puede seguir siendo presidente de un gobierno de un estado soberano.

Aunque el Sr Albares en sus declaraciones el otro día intentaba esconderse y proteger a los servicios secretos marroquíes y hablaba tan sólo de conjeturas. Habrá que decirle que es ministro del Reino de España y que ya bastante daño le ha infligido al prestigio y la honorabilidad de España en la escena internacional y que es hora de llamar las cosas por su nombre y poner el honor y el nombre de España donde le corresponde. España con todos los respetos pertinentes, no es Haití ni Guinea Bissau que el Majzen marroquí llega y compra la voluntad de un ministro por 15 mil dólares y a otro por la construcción de un edificio de dos plantas.

La debilidad y fragilidad en la que está colocando el actual gobierno al estado español ante los chantajes marroquíes es una evidencia. Cada día que permanece Sánchez en el poder es un riesgo añadido para todas las cuestiones de intereses del estado español. La inconcebible rendición de Sánchez en la cuestión saharaui, es una muestra fehaciente de lo peligroso que puede ser un político coaccionado por una potencia extranjera y en estos momentos todos los elementos disponibles, indican que Sánchez es objeto de una extorsión por parte del Majzen marroquí. El estado español debería estar vigilante ante las decisiones que adopte Sánchez a partir de ahora, Marruecos es conocido por exprimir al máximo las personas que caen en sus redes.

La decisión personal tomada por Sánchez, sin el apoyo de nadie, ni siquiera de su propio gobierno ni de muchos sectores de su partido, sobre la cuestión saharaui, la hizo a sabiendas de que había sido espiado por el Majzén marroquí, lo que implica que hay razones de fuerza mayor detrás de esta decisión. Si un presidente de un Gobierno soberano es informado de una situación similar, a través de la cual una potencia extranjera lo ha espiado y en más de una ocasión, no hay dudas, la decisión sería la ruptura de relaciones diplomáticas automáticamente. Si no se opta por la ruptura, querrá decir que la información extraída compromete la intimidad, el honor y la dignidad del presidente espiado y coloca a este en una situación comprometida y en un juguete en manos de una potencia extranjera que podrá interferir en los asuntos internos de su país.