No es sorpresa para muchos de nosotros ver el azucarillo de Vox disolverse en los cafés de la política nacional.

Con la ‘derechita cobarde’ del PP todos sabíamos a qué atenernos: moderación en el gasto, crecimiento en el empleo, algo más de seguridad y nos permitíamos fumarnos un puro en el rancho de los Bush o salir en la foto de las Azores.

La bocanada de aire ilusionante que supuso Vox solo es comparable a la decepción de ver y comprobar que ni son valientes, ni cumplen con lo de “los españoles primero”, ni han terminado en Madrid con las subvenciones LGTBI, ni tienen democracia interna, por lo que el partido está ahora, a nivel provincial, en manos de los menos preparados.

Hay que reconocerle a don Santiago Abascal que no es de extrema derecha, y posiblemente ni siquiera de derechas, e incluso cuando el resto de afiliados y simpatizantes vean que Vox es otro partido más de la casta, chupóptera e indeseable, habrá contribuido como nadie a que ni un solo patriota de este país vuelva a ilusionarse con cualquier otro proyecto político, por muy bonito que parezca.

Con Juanma Moreno está ya cantando aquello de “vuelve a casa vuelve por Navidad”, aunque las elecciones andaluzas sean en verano.

Es más que probable que no necesite a Vox para gobernar Andalucía, esa Andalucía que reconoce el trabajo realizado, la bajada de la deuda y del paro, a pesar que el canalla de Sánchez ha intentado asfixiar a la Junta de Andalucía.

Al menos en mi familia, el PP contará con 7 votos más y Vox con 7 menos, que más vale “derecha cobarde” conocida que derecha traidora verificada.

*Empresario y ex coordinador de Vox en Mijas (Málaga).