Consejos para evitar la pérdida de movilidad en ancianos
Aunque no es posible detener el proceso natural de envejecimiento, hay ciertas cosas que se pueden hacer para reducir la pérdida de movilidad al envejecer.
Por ejemplo, los productos ortopédicos de movilidad pueden ser de gran ayuda para que la persona mayor conserve parte de su autonomía. Pero, antes de que sea necesario utilizar estos dispositivos, podemos frenar ese deterioro de otras formas.
Causas de los problemas de movilidad en ancianos
Los problemas de movilidad de las personas de más edad no suelen obedecer a una causa única, sino que suelen deberse a un cúmulo de factores combinados:
- Deterioro cognitivo o enfermedades neurodegenerativas
- Accidentes cerebrovasculares
- Problemas visuales
- Trastornos auditivos
- Condiciones médicas crónicas que cursan con dolor muscular, óseo o de las articulaciones
- Efectos secundarios de algunos medicamentos
- Lesiones fortuitas
- La inactividad y la soledad
Cuantos más factores de riesgo presente el anciano, mayores serán las probabilidades de que, antes de lo que pensamos, termine postrado en una silla de ruedas.
Los primeros síntomas de la falta de movilidad
En cuanto detectemos los primeros síntomas de pérdida de movilidad en un anciano, debemos intervenir de manera inmediata. De otra forma, su agravamiento acelerado será inevitable.
Estos son los síntomas de que algo empieza a ir mal:
- El anciano pasa más tiempo del habitual sentado en su butaca.
- La persona mayor ya no se levanta cuando nos despedimos al salir de su domicilio.
- Problemas al asir o colocar en su sitio algunos objetos.
- El anciano comienza a sufrir tropezones o a trastabillar frecuentemente, sin llegar a caerse.
- Lentitud sobrevenida a la hora de moverse.
- Dificultad para realizar tareas sencillas, como levantarse solo de la silla o de la cama.
Consejos para evitar la pérdida de movilidad en adultos
El principal consejo es actuar en cuanto percibamos el más mínimo síntoma. No esperemos a que la situación se resuelva por sí sola, ya que eso no ocurrirá.
Esto es lo que podemos hacer para impedir que la reducción de movilidad se convierta rápidamente en una incapacidad definitiva:
- Estar especialmente atentos a su salud visual y auditiva.
- Evitar que estén todo el día solos o sin realizar ninguna actividad.
- Realizar en casa ejercicios específicamente diseñados para ancianos.
- Sacarlos a la calle a diario, de mañana y tarde: un asistente especializado o una residencia de día son la solución cuando nosotros no podemos encargarnos de la persona mayor.
- Recurrir a un fisioterapeuta gerontológico.
- Utilizar productos ortopédicos de ayuda a la movilidad.
La importancia de mantener una buena agilidad en personas mayores
La pérdida de movilidad es la pescadilla que se muerde la cola: cuanto menos se mueva el anciano, mayores dificultades tendrá para recuperar la movilidad perdida o conservar la que le queda. Además, la probabilidad de sufrir una caída con consecuencias graves aumenta exponencialmente.
Adicionalmente, la falta de movilidad favorece la aparición de trastornos circulatorios y vasculares, así como el aislamiento social, un factor que acelera la pérdida de facultades cognitivas.
Y finalizamos haciendo mención del conocido dicho español que afirma que “coche parado, coche averiado”. Por crudo o inadecuado que nos pueda parecer, este símil es totalmente válido para nuestros mayores.