Juan José Liarte /Portavoz de VOX en la Asamblea de la Región de Murcia (Especial para AD).- Hace apenas unos días tuve la oportunidad de exponer ante la Asamblea Regional de Murcia, en relación con el problema español de una natalidad decreciente, que existen dos alternativas y que sea de forma activa o pasiva tendremos que optar por una de ellas. La primera, si no se revierten las cifras de la natalidad, es que los españoles de hoy sean sustituidos a medio plazo por inmigrantes provenientes de otras culturas (que en algunos casos resultan incompatibles con la democracia, la igualdad entre hombres y mujeres o la libertad religiosa); la segunda de las opciones es adoptar políticas que ya han demostrado estar funcionando en otros países: expresamente me referí a las políticas de Victor Orban en Hungría en relación con esta materia.

Desde dicha intervención he sido honrado con un buen número de artículos en prensa redactados por ese tipo de personas dispuestas a escribir un artículo sobre quién propone las medidas sin molestarse en analizar el contenido de las mismas. Dichos artículos me han proporcionado un importante reconocimiento social y grandes nuevas amistades en los días que he pasado en Budapest, pero ello no elimina el hecho cierto de que esas personas se han comportado como sectarios o indigentes intelectuales, siempre renuentes al esfuerzo de pensar e inclinados a la asunción de la consigna y el argumento ad hominem. Podría formar un ejército entero con ellos y ellas, todos y todas: son legión; también podría dedicarles unas cuantas líneas más si me importaran lo suficiente.

Las políticas de familia y natalidad de Victor Orban se basan en tres pilares fundamentales: el primero de ellos, de carácter social, es prestigiar la institución del matrimonio y la familia, tratar de reforzar un entorno social que los haga más deseables y los proteja. El segundo de ellos es implementar una política fiscal que no sólo no penalice a las familias sino que por el contrario las favorezca más cuanto mayor sea el número de hijos. El tercer pilar es una amplia gama de programas públicos de concesión de préstamos sin interés, ayudas para la adquisición de vivienda o coche familiar etc.

Resulta absolutamente legítimo que un hombre o una mujer decidan no tener familia ni hijos; pero en términos del bien común es difícil negar que de las dos opciones a que me refería al principio la que en mayor medida favorece el bien común de la sociedad española es ayudar a las familias, incentivar el nacimiento de más niños y tratar de asegurar que nuestras tradiciones y costumbres pervivan en el tiempo a través de nuestros hijos y nietos. Mis adversarios políticos, liliputienses en tiempos de dificultad, enanos mentales atrapados en el pozo negro de su consigna partidista, violistas del Titanic, alcanzan su cumbre intelectual cuando me llaman ultraderechista y fascista y ahí se quedan. Debo valer muy poco si el Señor considera que ésos son los enemigos que me corresponden.

La historia tiende a repetirse; cuando fueron Laocoonte y sus hijos quienes trataron de advertir a los necios habitantes de Troya del peligro que se encerraba en el caballo, el precio que debieron pagar por ello fue la muerte. Se conoce que especialmente a los más perezosos les molesta que se advierta de la importancia y necesidad de ponerse inmediatamente a trabajar para enfrentar un problema, aún cuando las advertencias vengan acompañadas de propuestas concretas que en otros sitios están funcionando. Personalmente, escribo estas líneas no tanto en la idea de que haya muchas personas capaces de entrar en el qué sin detenerse en el quién como en la convicción de que dentro de unos años, cuando ya sea tarde para España como hoy lo es para Francia, me quedará la triste satisfacción de poder decir: “mira que os lo advertí”.