Casado o Ayuso, uno de los dos va a caer en el PP y es irremediable
Asier Martiarena (Reproducido) La elección fue un acierto e Isabel Díaz Ayuso logró retener Madrid, el gran bastión popular cuando peor pintaban las cosas. A costa de un pacto de gobierno con Ciudadanos y de uno de investidura al que tuvo que sumarse Vox, pero lo retuvo.
El problema para Pablo Casado es que el éxito de Ayuso no había hecho más que empezar. El perfil de Ayuso gusta al votante de derechas. Tanto al moderado como al escorado. Tanto que, cuando decidió adelantar las elecciones en Madrid el pasado mes de mayo para blindarse ante una posible moción de censura del partido naranja, logró una victoria apabullante manteniendo a Vox a raya y deshaciéndose de Ciudadanos para gobernar en solitario.
Casado no tardó en apuntarse el tanto en su casillero para exhibir fortaleza. Pero Ayuso quería más. Teniendo en cuenta que en 2023 volverá a haber elecciones, Ayuso entendió que, como ocurre en otras comunidades, quien lidera la presidencia autonómica también lo hace con la organización territorial del PP. Un poder enorme a la hora de confeccionar listas y nombrar cargos. Tanto poder, que Casado no quiere perderlo de ahí que tratara de frenar las ansias de Ayuso.
Y ahí estalló todo entre dos amigos de hace casi 20 años. Una trama de espionaje para intentar, “ilegalmente”, vincular al hermano de Ayuso en la adjudicación de un contrato sanitario de 1,5 millones de euros en plena pandemia lleva revoloteando desde octubre en los despachos de Génova. Y la presidenta madrileña se ha hartado acusando directamente a la dirección nacional del partido de haber actuado de manera “injusta y cruel en su contra”. Y retando a que ésta a probar las acusaciones.
Una embestida así no se había visto nunca dentro del PP. Ni en los tiempos de Aguirre y Gallardón. Tan es así que la dirección del partido, por boca de su secretario general, Teodoro García Egea, ha tardado menos de una hora en reaccionar. Y lo ha hecho de manera proporcional. Expedientándola, acusándola de mantener una campaña de “infundios y calumnias” que entienden que son “casi delictivas”, y reservándose futuras acciones legales que, por de pronto, pueden conllevar como castigo la suspensión de militancia de entre cuatro y seis años.
Como ven, una y otro han cruzado demasiadas líneas rojas como para volver hacia atrás. Ninguno tiene más alternativa que apretar el acelerador y ver quién se despeña antes en una curva. Ni Casado va a someter su liderazgo a unas primarias -bastante tiene con llegar vivo a las elecciones generales de 2023 y luego ya se verá-. Ni Ayuso va a dejar de dar la batalla por controlar el PP de Madrid limitándose a presidir la Comunidad de Madrid bajo una tutela de Génova.
Así que los resultados de uno y otra en 2023. Si Vox lamina cualquier posibilidad de Casado de llegar a Moncloa y Ayuso revalida su liderazgo en Madrid y sigue sumando adeptos fuera de la capital, puede que el relevo esté servido. Pero antes de eso habrá que estar atentos no vaya a ser que salgan más tramas y corruptelas en el PP. Que se lo digan a Cristina Cifuentes cuando de pronto se topó con la filtración de su hurto en unos grandes almacenes. La guerra sucia no ha hecho más que empezar y en el PP solo puede quedar uno.