Castilla y León: eslóganes de pancartilla vacíos y una mala partida de ajedrez
Puede que al lector, y a cualquiera que crea conocerme, -y digo crea, porque quienes verdaderamente saben de mí, no se extrañarán- le sorprenda, que, a propósito de estos próximos comicios, acuda a aquello de Julio Anguita de “lo único que os pido es que midáis a los políticos por lo que hacen, y aunque sean de extrema derecha, si es un hombre decente y los otros unos ladrones, votad al de la extrema derecha. Votad honrado”. Aplicable a izquierdas, derechas y mediopensionistas. Y añado yo: votad coherente y a conciencia. Dos son los máximos problemas que azotan a los castellanos y leoneses, y son la despoblación y el paro, sin tener a menos la crisis económica o la sanidad.
En cuanto a esto, ¿es solución a la despoblación copar los benditos pueblos y ciudades castellanas de inmigrantes “buenos”, como dicen algunos? ¿Se puede apelar al más que deseable aumento de la natalidad con casi un 30% de paro juvenil en la comunidad de Castilla y León, para remediar el problema de la despoblación? ¿Quién habla de esto? ¿Quién se muestra favorable al abaratamiento de los alquileres, la estabilidad temporal y geográfica en el puesto de trabajo y, por supuesto, la prioridad nacional en las ayudas sociales? Sin todo esto, no hay natalidad. Para esto último de las ayudas, tenemos Vox, pero, se necesita y merece más que los eslóganes vacíos de pancartilla y promesas incumplibles, o frases grandilocuentes en referencias históricas a figuras como El Cid. Para problemas concretos se requieren diagnósticos realistas y soluciones efectivas, y no merecen menos los hermanos de Castilla y León. Nada tiene que ver la famosa Agenda España el lobby LGTBI en todo esto, que ya tendremos tiempo de criticarlo. Tampoco la señora Ayuso pinta nada ni es siquiera permisible que el territorio castellano – leonés se convierta el de tablero de ajedrez entre esta y Casado (que, a propósito, pinta menos). ¿Mañueco? Uno más. Como todos los anteriores.
Lean los programas, presionen en la calle, acudan a la asociación de su barrio provista de cacerolas; y, a los jóvenes, os ruego que no paséis de la política.











