La mafia progresista y el Mundial de Qatar
Nasser Al-Khater, presidente del comité organizador de la Copa del Mundo 2022 en Qatar (21 de noviembre-18 de diciembre), confirmó que “la homosexualidad no está permitida” en el emirato, pero promete que los seguidores LGTBIQ + tendrán derecho a viajar al país y asistir a los partidos. Eso sí, con una norma: “Las demostraciones públicas de afecto están mal vistas y esto se aplica a todos”,
Imagine el lector que estas declaraciones las hubiera hecho un dirigente político de un país europeo que fuese sede mundialista. Si se tratara de un dirigente político de la derecha europea, los anatemas de la mafia progresista se sucederían sin descanso. Habría llamadas a boicotear el mundial en nombre de la dignidad de los homosexuales y de su derecho a las expansiones amatorias en cualquier recinto público. El problema es cuando esas mismas declaraciones las hace un mandatario petrodolar. Entonces lo que corresponde es callar y mirar hacia otro lado.
No son nuevos los extraños comportamientos de la mayoría de la izquierda europea cuando se trata de hacer frente a la situación que sufren los homosexuales en muchas sociedades islámicas.
Su refinamiento ideológico se acentúa cuando desempolvan las acusaciones de racismo y xenofobia si alguien osa alertar de los peligros del integrismo en templos y oratorios, pero utilizan toda su artillería verbal y demagógica cuando algún sacerdote católico se atreve a expresar alguna orientación moral dirigida a sus fieles. Si un obispo opina sin imponer o recomienda sobre cuestiones morales, parecen reventar, por la reacción de los izquierdistas, las costuras de la sociedad; si un dirigente de un país musulmán pretende coartar la libertad de los homosexuales y lesbianas, diciéndoles cómo tienen que comportarse en público, debe ser admitido como muestra de una particularidad cultural y religiosa.