Falsificación democristiana de la historia
Como es sabido, el franquismo se declaró católico y favoreció con cierto exceso al catolicismo político por encima de las demás “familias” del régimen. Llegado el Vaticano II, la democracia cristiana se dividió: un sector, que podríamos llamar “ultra”, se decantó por el antifranquismo, por apoyar a los separatismos y por los “diálogos” con los comunistas, de los que estos sacaron buen partido; otra parte cultivó un aperturismo moderado, mirando con aprensión las aventuras políticas del grupo ultra. Del primer sector fueron representantes Giménez Fernández (“Izquierda democristiana”) y Ruiz Giménez (“Izquierda democrática”), y el segundo sector vendría representado por Silva Muñoz, ministro de Obras Públicas en el franquismo. Los de “izquierda” (después se autobautizaron de “centro”) eran también muy europeístas al estilo castizo español, que jamás aportó el menor bagaje intelectual a esa llamémosla ideología. Hay que decir que el antifranquismo del sector ultra o de izquierda nunca necesitó de ningún heroísmo, pues visiblemente el régimen le dejaba hacer, lo mismo que al PSOE, limitándose a algún que otro control o leve represión. Eran pocos, sin proyección popular, no tenían inconveniente en prosperar en el funcionariado del régimen y ninguno fue a la cárcel por su ardua lucha. Su oposición, más que propia, consistió en utilizar sus posiciones dentro o en los aledaños del régimen para favorecer subrepticiamente a los enemigos reales del mismo: comunistas y separatistas, y observemos que estos últimos, como Pujol o Arzallus, también eran democristianos, lo que explica las derivas bien conocidas desde la transición. En fin, Franco había de morir más antes que después, su régimen se había quedado sin su respaldo ideológico católico por decisión de Roma, y había que preparar el porvenir.
Ahora uno de ellos, Óscar Alzaga, acaba de publicar un libro titulado algo pomposamente La conquista de la transición, en la vieja línea antifranquista a juzgar por una entrevista en El confidencial. De ella me ha interesado una referencia a la destrucción de los archivos policiales del franquismo, no sé si de todos o solo de la BPS, que he venido denunciando durante años como una fechoría brutal contra la historia. Aunque algo ha debido quedar, a juzgar por las memorias del ministro del Interior Barrionuevo. Aquella destrucción fue debida a Suárez y Martín Villa, y desde luego muy agradecida por la izquierda y separatistas, que no recuerdo que hayan protestado por ella. Agradecida porque muchos de aquellos valerosos luchadores contra Franco iban a salir seguramente malparados de sus revelaciones. Pero Alzaga nos ilustra con esta interpretación: “Somos el único país de Europa donde se ha cometido tal barbaridad” Hasta aquí, bien, pero observen su comparación: “Los informes de la policía política de la Alemania Nacionalsocialista, de la Italia fascista, del Portugal salazarista o de la Grecia de la dictadura militar se han conservado”. Alzaga luchaba esforzadamente contra un régimen parecido a la Alemania nazi, parece ser. No recuerdo, por cierto, que Alzaga protestase entonces por el desmán, aunque dice que sí salvó algunos papeles referentes a él mismo, que resultaron “insignificantes y carentes de interés”. Como su propia oposición al régimen, sin duda.
Y aún peor: según él, la fechoría se debió a que “muchos franquistas quisieron seguir en política durante la nueva democracia y ello solo les pareció factible si se destruían todas las pruebas de como habían contribuido a la represión de los que quisimos traer la democracia durante el franquismo”. Es evidente que Suárez y Martín Villa, responsables del delito, querían seguir en la política en la democracia, al igual que otros muchos franquistas que podrían citarse, empezando por el rey Juan Carlos. Alzaga y los suyos, en cambio, “querían traer la democracia” a base de “diálogos” con los comunistas y con los separatistas, casualmente también democristianos, y ya se sabe que de aquellos polvos, con perdón… En cuanto a los políticos franquistas que habían reprimido a comunistas , separatistas y otros “demócratas”, eran precisamente los que estaban trayendo el nuevo régimen de acuerdo, en principio, con el referéndum de 1976 “de la ley a la ley”, pronto “olvidado”, desgraciadamente.
Casi todo el mundo ha pretendido hacer carrera política en España presentándose como luchador antifranquista. Uno puede comprender la falsificación de la historia por comunistas y etarras: después de todo lucharon (luchamos) contra Franco, se sacrificaron, algunos murieron en el empeño y bastantes pasaron por la cárcel. Pero la falsificación hecha por unos señoritos hijos y beneficiarios del régimen, causa un especial malestar, casi físico.












hombre precisamente para hablar de historia nones es usted el más adecuado Pío Moa …