Carlos Arturo Calderón Muñoz..- La verdad es el silencio, la verdad es el vacío. La multiplicidad de los reflejos nos confunde y escogemos aquellos brillos que más apelan a nuestra subjetividad. Nos encariñamos con su fulgor y reducimos nuestro mundo a esa frecuencia de onda, olvidando que sin importar la pureza del espejo, este no es el origen de la luz, es sólo su reflejo. La verdad es única y estática, pero nosotros somos fracciones de un todo y siendo incapaces de contenerlo sólo podemos guardar como un tesoro subjetivo nuestro fragmento de luz.

Es por eso que el arte es el indicativo de la riqueza material de las naciones, es el símbolo de nuestro desesperado trabajo por retornar a esa luz de la que descendemos pero con la cual ya no podemos hablar, porque olvidamos el idioma universal, el silencio.

Al sur del mundo, en ese alargado territorio donde la flor de los guzmanes ibéricos escribió con su sangre la Araucana y los magos selcnam llaman desde los hielos a las atormentadas almas de los poetas, en la mente de un loco puro germinó una flor inexistente, más real que cualquiera de los jardines de este mundo.

Diplomático de oficio y explorador por vocación, se entregó a la escritura por supervivencia; no tenía otra forma de convivir con los dioses de la antigüedad manifestándose en su sangre. No escribió para nadie pues su obra no se puede encasillar en ningún género de eso que llaman literatura. Letras caóticas que no pretendían llevar a un desenlace perfectamente argumentado; eran palabras erráticas qué emergían desde una inconsciencia colectiva para golpear sin técnica alguna la psique de todo aquel que intuyera la luz dentro de sí.

El chilenísimo Miguel Serrano no escribió para el tiempo, todo lo que sea tocado por el fluir de cronos está condenado a desaparecer. Sus tendencias políticas o búsquedas filosóficas fueron sólo las más recientes formas de la esencia de su realidad. El escribió para la nada, para el vacío, ese punto donde las paradojas colapsan. Eso que desde aquí consideramos como inexistente. La materia sólo puede ocupar el vacío, el sonido sólo puede emerger desde el silencio, es en la sutil imposibilidad donde se sostiene la ilusión de nuestro mundo. Serrano escribió para la eternidad, por eso decía que sólo los poetas lo entenderían, sólo el que manifiesta arte vive el drama de la separación del que surgen las semillas de nuevas esperanzas, de flores inexistentes.

A 12 años de tu muerte, en el centro ilocalizable tu círculo hermético, se siguen extraviando locos que buscan sin saberlo a su ella eterna, al rostro de su alma. Descansa en paz maestro, los héroes continúan peleando y las valkirias le siguen rescatando. Los gigantes de los Andes están más conversadores que nunca y los hijos de hiperbórea no paran de despertar en todo el globo. Yo sigo esperando el momento en el que pueda irme al continente de hielo, a perderme en los históricos suspiros de un mundo que nunca existió, ella aguarda por mí.

*Desde San Bonifacio de Ibagué, Colombia.