José Manuel Rojas (Foto: La Opinión)

AR.- No me tengo por enemigo de Vox pese al torpe cerco informativo de un sector del partido. Mal podría serlo de quienes, al menos teóricamente, defienden valores por los que llevo trabajando desde hace treinta años. Conozco a mucha gente de Vox que estaría cerca de merecer el calificativo de amigos, y tengo hacia ellos el respeto que me merece todo aquel que mantiene con honestidad sus propias ideas. Creo que ninguno de ellos me ve como un rival ideológico. Saben que muchas de las ideas que nutren el discurso de Vox son las que yo he defendido siempre. Una de estas personas con las que tengo una relación entrañable es José Manuel Rojas, antiguo secretario provincial del partido verde en la provincia.

Rojas dejó en mi una huella muy profunda cuando lo entrevisté en plena campaña para la elección del CEP de Málaga. Comprobé entonces su autoridad moral entre miembros de los dos bandos que se disputaban a cara de perro la presidencia del partido. Acaso en la coherencia ejemplar acreditada durante su etapa al frente de la Secretaría General encontremos la razón del escaso disenso en torno a su ejemplar etapa política en Vox.  Si hoy se concede el “balón de oro” o se elige “el hombre del año”, a José Manuel Rojas habría que proclamarlo “el político modelo”.

La vertebración del partido en Málaga, durante años presa de divisiones y posturas frentistas, se ha convertido en exigencia imperativa. Madrid ha cedido los trastos a Patricia Rueda para que lidie con el fiero morlaco. Mucho arroz para tan poco pollo. Aunque es preciso apoyar cualquier intento de coser el partido, ocurre sin embargo que hay a veces situaciones tan enquistadas que requieren el pulso firme de un cirujano. Más aun cuando la agresividad de la campaña rebasó todo lo imaginable, y será inevitable que muchos militantes perciban en la diputada (sin pena ni gloria en el Congreso) una vuelta de tuerca al pasado.

Vox Málaga está actualmente roto y dividido, ha sido reducido a añicos, y en este momento necesitaría de alguien que atesore la experiencia necesaria, un conocimiento interno profundo, la capacidad de gestión suficiente, la habilidad consensuadora indispensable, la capacidad pacificadora requerida, la cintura política exigida y por supuesto el respeto ganado de todas las partes. Y no se nos ocurre otro nombre mejor que el de José Manuel Rojas.

A Rojas hay que concederle además la suprema categoría del hombre comprometido con la militancia, por encima de facciones y bandos. Para bien del partido al que tanto ama y que tanto le debe, estoy seguro que José Manuel Rojas aceptaría la ciclópea tarea de unir el partido, con la única condición de la provisionalidad: dirige un próspero negocio y ni todos los honores políticos le alejarían largo tiempo de la atención a su familia, a la que adora. Es por ello que contemplemos la “opción Rojas” como la más juiciosa y fiable de cara a la recomposición de Vox en Málaga y a la unidad de sus militantes en torno a objetivos políticos comunes.

José Manuel Rojas pondría, por encima de todo, el servicio a Vox contando en su equipo con los mejores. Es de los que creen que hay valores morales individuales y colectivos, que son valores esenciales y fundamentales, y por ello priman sobre intereses grupales.

A esa nobleza aludida, quiero añadir, y no solo para agradecerla, que pocos ejemplos hay entre los militantes y dirigentes de Vox de análisis tan certero, de exposición calmosa y convincente, de lealtad profunda, como el que José Manuel Rojas consigue en todas sus palabras y en todos sus actos. En un partido donde con tanta facilidad se enajenan valores, se transforman principios y se traicionan lealtades, no sería capaz de hallar mejor opción para Vox que la de este patriota malagueño sobrio, culto y sencillo. Y si además es capaz de hacer sentir su amistad y cercanía a todos los afiliados, entonces su opción es más imprescindible que nunca.