Patricia… ¡dános un carguito!
¿Cómo es posible que Vox Málaga haya llegado a esto? A contemplar este espectáculo de inepcia, de falta de principios, de escrúpulos y de humillantes actitudes convenencieras y desprecio a la excelencia.
¿Cómo es posible que quien empezó el año dando coba a Lara, y luego alabando a Martín Ortega, y después adulando a de Vivero, ahora esté al acecho de un carguito en la gestora y se ofrezca a Patricia Rueda con gran impudicia política? Ni la veleta de Ciudadanos dio nunca tantas vueltas en tan poco tiempo.
¿Cómo es posible que Nanda Agredano se haga ahora la ofendidita cuando obra en nuestro poder un audio dirigido a Enrique de Vivero, mucho antes de su dimisión, en el que le transmitía su preocupación ante la posible publicación, por este medio, de los temas económicos que hoy conturban tanto su conciencia de pitiminí? “No creo que se le ocurra perjudicar a su amigo (por el empresario que abonó algunos gastos de la campaña del ex legionario), pero yo de este tío no me fío”, suelta en la grabación en referencia a éste que les escribe.
¿Cómo es posible que reclame borrón y cuenta nueva quien hace dos telediarios vivaqueaba políticamente de la mano de un sindicato comunista? Francisco Vázquez se adhirió al viverismo tras salir del equipo de Lara, trasquilado y con la fregona a cuestas. Recapitulamos: Lara lo echó de la sede con cajas destempladas tras una reunión en la que Vázquez ejerció de martillo pilón.
– Antes de salir, Vázquez inquirió al entonces presidente provincial: ¿Cuándo puedo volver?
– “A las reuniones, nunca; a la sede, para limpiarla, todos los días si quieres. Ahí tienes la escoba, el mocho y el cubo”, remató Lara.
Y Vázquez se marchó rumiando su rencor aún no digerido.
¿A qué se debe esta caída a los infiernos, esta pesadilla? ¿Quién descubrió a estas eminencias solapadas en la ciencia de los demás? ¿Será posible tanta carita en un palmo cuadrado?
Se ha caído tanto que José Enrique Lara nos parece un divo, un gigante con principios al lado de estos. Esto lo sabe un niño de cuatro años.
¡Que traigan a un niño de cuatro años! Que nos lo explique.
Ocúpense los militantes de que esto escampe, pero con estos caraduras bien lejos de la sala de máquinas. Se las prometían felices y han acabado esparciendo su estupidez ambiciosa renunciando a de Vivero con total desfachatez.
Ahora se trata de partir de un mal momento de ruina revestida de retreta legionaria, que devendrá en anécdota y que deberá aprovecharse para alejar del control de mando, ya para siempre, a personajes ridículos, espantajos cejijuntos y mentecatos de avío.
¿Tiene dignidad, un sucedáneo o algo parecido? Que se lo pregunten a Enrique de Vivero, al que todos ellos deben tanto.