Enrique de Vivero fumando un puro en el jardín de su casa en Alhaurín de la Torre (Málaga)

AR. Existen diversas reglas compartidas que se basan en los más nobles ideales y que constituyen lo que se supone una conducta honorable dentro de una comunidad. Si el honor es la cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo, el agradecimiento –“es de bien nacidos ser agradecidos”- es una de sus características esenciales.

Por ello, me debo a la grave obligación de dar a conocer muy a pesar mío la ingratitud de la que ha sido objeto el medio que dirijo por parte de Enrique de Vivero, ahora flamante presidente de Vox en Málaga. Aún sin conocerle personalmente, he tenido ocasión de comunicarme con él en muchísimas ocasiones durante la campaña para las primarias del partido en la provincia. Desde Alerta Digital nos hemos volcado con todos nuestros medios e influencia para apoyar a un candidato que creímos sinceramente digno de confianza. Nos equivocamos y pedimos por ello perdón a los lectores.

Desde nuestro medio nunca hemos querido casarnos con ninguna opción política al objeto de preservar nuestra libertad. Sin embargo, al auxiliar la campaña de Enrique de Vivero buscamos prestar un servicio al bien de aquellos militantes de Vox que querían trabajar por una sociedad justa y honrada, donde se respetaran los valores morales que nos constituyeron como nación: la defensa de la sacralidad de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural, la defensa de la familia natural formada por hombre y mujer, el derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus convicciones, no a las del Estado, y el verdadero bien común de todos los españoles.

El excoronel se cuidó muy mucho, a largo de la agitada campaña para las primarias provinciales de Vox en Málaga, de manifestarse en estos temas tan acuciantes y decisivos. Su discurso fue invariablemente plano y tedioso, plagado de lugares comunes y evitando cualquier enfrentamiento ideológico con aquello que el poder ha declarado políticamente correcto.

Desde Alerta Digital pasamos por alto unos hechos que consideramos circunstanciales por el alto voltaje de una campaña teñida de graves irregularidades e interferencias de la dirección nacional de Vox. Ahora, una vez que Enrique de Vivero se ha alzado con la victoria, ha distinguido a este medio digital con el más soberano de sus desprecios, cortando toda comunicación. Tras su triunfo, no se ha dignado agradecer ni pública ni privadamente el ímprobo esfuerzo de Alerta Digital a favor de su candidatura. No sólo eso, sino que se ha prodigado en declaraciones y entrevistas en Diario Sur, La Opinión y Málaga Hoy, tres medios que silenciaron y desdeñaron no sólo su candidatura, sino su mera existencia personal.

El mismo Enrique Cabanas, vicesecretario nacional de la Presidencia –“pocero” de Vox para los iniciados-, viajó a Málaga en plena campaña y se reunió con el anciano coronel en un restaurante malagueño. La conversación culminó en un sonoro golpe que el prepotente y maleducado Cabanas propinó en la mesa, para escándalo de la concurrencia, ante el acongojado excoronel de la Legión … Y si el honor, en muchos casos, está vinculado a la dignidad, aquel día parece que don Enrique la perdió ante un individuo que, por muchísimo menos, se habría pasado tres meses arrestado en el pelotón de la bandera, picando y haciendo zanjas…

En fin, aunque el honor es una virtud que muchos parecen haber vendido por un plato de lenteja política, menos mal que el alcalde de Zalamea, a pesar de ser un novelesco y clásico personaje, todavía ejemplifica aquella hombría de bien que muchos parecen haber perdido: “Al rey la hacienda y la vida hay que dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma ¡sólo es de Dios!”. Con la limitadísima oratoria que invariablemente nos ha mostrado nuestro viejo rockero de deslucido uniforme, ¿será mucho pedir que en este caso esté de acuerdo?

Postdata: Del aquelarre gastronómico de los viveristas previsto para mañana en el restaurante “El patio” de Málaga, les informaremos convenientemente.

(Audio) Cuando un anciano aprendiz de político, con menos palabra que una película de Charles Chaplin, pensó que podía comprar a un periodista de raza con una miserable mariscada: