JC.- Las formas son importantes. Y eso, aunque no lo diga Agamenón o sus porqueros, que son unos cuantos. Las formas tienen demasiada importancia, como para burlarlas impunemente. Las formas son sintomáticas siempre, porque pueden ser el principio de hechos más graves y peligrosos. Aviso a navegantes.

Se comienza con murmullos, luego se va rizando el rizo, se callan los que no deben hacerlo por el qué dirán, se incumplen las promesas y se termina de francachela, se eleva el “sí, bwana”, se hacen unas risas y vete a poner orden. Para poner orden estamos nosotros. El domingo, un grupo de militantes y simpatizantes de Vox en Málaga celebrarán con una francachela la victoria frente a Lara de los mal llamados críticos (son tan sumisos y tienen tanto miedo al aparato como los anteriores).

Al festín, sin embargo, faltarán las dos únicas personas cuyo concurso fue determinante para que el hogar del jubilado de Alhaurín no tenga a estas horas a un ilustre nuevo miembro. No nos consta que hayan sido invitadas. Mal empezamos. En cambio sí estará presente una opustunista de poco postín, que ha hecho de la ‘constancia’ su principal virtud. La ‘constancia’ -con ‘C’ de Córdoba- de arrimarse al sol que más calienta, claro. Anteayer le cantaba la palinodia a Lara, ayer sacudía la polilla a Heriberto, y ahora está con los de la pitanza dominguera y jacarandosa. Y mañana Dios dirá. Más o menos la misma metamorfosis sufrida por el chico de prensa, o de los recados, según se mire. Ellos dirán que muerto el burro ándale con la cebada. A la comida se permite la caspa, la vestimenta antisistema y el marraneo, que no es otra cosa que falta de respeto a los que se han molestado en darles el triunfo, creyendo que la cosa era seria.

La pitanza torrentiana, y que tanto ha complacido a la viceborrachuela del nuevo chiringuito, la beata con voz de ursulina, más falsa que un atún boliviano, se les puede terminar atragantando. La verdad es que nada de lo que estamos viendo nos hace ninguna gracia, que somos pacientes, pero no estúpidos.