El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció, en una comparecencia el pasado domingo 22 de marzo, la compra de 640.000 unidades de tests rápidos. Estos tests permiten aumentar el número de pruebas diarias y, por tanto, detectar más contagios de coronavirus. Estos tests, en palabras de Sánchez, debían ser «fiables» y «homologados». «Esto es muy importante, porque deben contar con todas las garantías sanitarias».

Sin embargo, este jueves, hemos conocido la ineficacia de los tests comprados por el Gobierno. Fernando Simón ha explicado que se ha recibido un lote de 9.000 tests rápidos «que fueron validados». «Las validaciones indicaron que las especificaciones no se correspondían con los certificados de calidad», ha afirmado el coordinador de Alertas y Emergencias Sanitarias.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha informado en la Comisión de Sanidad del Congreso de que la compra se realizó a «un proveedor nacional» y que los productos adquiridos contaban con el marcado de calidad CE. «Imagínense que el Gobierno rechaza la compra de un producto con marca CE», ha expresado el ministro Illa.