El patriotismo de bandera y hojalata de Vox ha quedado al descubierto en las últimas horas. La situación es la que sigue: los catalanes que no renuncian a su condición de españoles han sido abandonados y se sienten desprotegidos por el Estado. No lo decimos nosotros: lo han admitido algunos líderes de la oposición. Ante la desprotección que sufren y la violencia desatada por los independentistas, muchos catalanes unionistas han salido a las calles para decir “basta”. Ha sido sobre todo un compromiso con el país que les ha dejado a los pies de los caballos. En medio de un ambiente tan caldeado, era previsible que se produjeran algunos momentos de tensión no exentos de una cierta violencia, que nosotros reprobamos. Junto a estos catalanes, representantes de partidos patrióticos entre los que, obvia decirlo, no se encontraba nadie de Vox. Ya se sabe que el papel de la dirección nacional de Vox se reduce a proclamar en redes sociales lo que luego no cumple cuando tiene ocasión de hacerlo en las instituciones en las que puede decidir. Les pasa lo mismo que con la exhumación de Franco. Sostienen en redes sociales un discurso y luego ordenan a sus líderes locales que se abstengan de hacer públicas sus opiniones.

Que nunca nos hayamos dejado engañar por la apariencia entusiasta de estos nuevos conversos como los de Vox, quedo una vez más justificado cuando Abascal, en un ejercicio de impostura difícilmente superable, llamaba repugnantes a los catalanes que mantienen a flote el instinto de supervivencia de España y que rechazan la ocupación de los espacios públicas por los violentos. Y no solo en Barcelona. En Valencia y Zaragoza, los patriotas nos han dejado imágenes de un valor y de un coraje cívico dignos de reconocimiento. Por supuesto, los de Vox ni han estado ni tampoco se les esperaba.

Acreditado queda que el Sistema ha echado mano de personas como Abascal, para ser utilizadas como los portavoces más convencidos del esplendor del identitarismo, en detrimento de los verdaderos líderes. Esos que conciben la política como un engorroso y sufrido deber y no como un medio parasitario de vida. Esos que han dado la cara en las calles frente a los que quieren imponer violentamente en ellas su control.

El viernes, Vox mostró su rostro más infame al emitir el siguiente comunicado: “Vox no secunda la contramanifestación contra los CDR, No vamos a caer en la trampa de servir de altavoz de estos terroristas. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se valen y se sobran para mantener el orden en Zaragoza”. Una nota vomitiva que revela la inutilidad de Vox como formación aglutinadora de los que sienten España más allá de una simple mercadería electoral.

Apoyar electoralmente a Vox es también un ejercicio de profunda deslealtad a los principios que en esta casa defendemos.