Carolina Iglesias.- Ya en la década de los noventa, las familias empezaron a inquietarse por el tiempo que los niños pasaban jugando a la consola… mientras ellos, a su vez, se impacientaban por lo que costaba que los videojuegos se cargaran en sus ordenadores. Se trataba de computadoras domésticas como las de las marcas Atari o Amstramd, que se manejaban a través de un sobrevalorado ‘joystick’, y que convivían con la versión portátil, Game Boy, lo más parecido al entretenimiento que hoy procuran los móviles a través de sus aplicaciones.

Nada hacía suponer entonces que las pantallas pudieran robarle protagonismo a una partida al parchís, a la oca o a los famosos Juegos Reunidos que, haciendo honor a su nombre, no solo congregaban una gran cantidad de propuestas lúdicas sino que ‘reunían’ a la familia en torno a una mesa con el único objetivo de pasarlo bien. En la época en la que se estudiaba EGB, había varios juegos de mesa emblemáticos que se han reeditado para disfrute de las siguientes generaciones. En este capítulo, hay algunos tan característicos como ‘Monopoly’, ‘Simón dice’ o ‘Hundir la flota’, que arrasó con su versión electrónica y el sonido de las explosiones en los barcos. Para incluir a los más pequeños, nada mejor que ‘Operando’ o el ‘Tragabolas’, sin olvidar que la baraja española era siempre una buena opción, ¿acaso no era emocionante una partida a ‘los seiseis’?

Objeto de actualización han sido también muñecas como las ‘Barriguitas’, Barbies’, ‘Nancys’ y la colección de ‘Pinypon’, con más o menos acierto y fidelidad a la versión original. Imprescindibles en los hogares eran los ‘clics’ de Famobil, actuales Playmobil’, que siguen manteniendo su esencia hoy en día, mientras los ‘Airgamboys’ se extinguieron con el tiempo, al igual que sus característicos atuendos de romanos.