Josep Anglada, con su mascota en su casa de Vic.

El concejal en Vic y líder de Som Identitaris, Josep Anglada, ha dicho “basta” a la edil brasileña de la CUP, Katia Juncker, una activista ultrafeminista que, como muchos sudamericanos que residen en Cataluña, han encontrado en las posiciones más extremas del separatismo un refugio donde exaltar su odio a España y sus valores tradicionales.

Fue durante la celebración del último pleno en la capital de la comarca de Osona cuando Anglada puso freno a la concejal carioca del partido ultra. “Váyase a Brasil y ayude a sus compañeros a vérselas con Bolsonaro, que obtuvo un 55% de los votos”.

Las palabras de Anglada han abierto la caja de los truenos de los cuperos que, cómo no, lo acusan de “xenófobas” y “misóginas”. Del guiño de Rufián a una diputada del PP, a la que también llamó “palmera”, ni media palabra. Y es que estos radicales de la CUP son tan farsantes como previsibles.

La CUP de Vic señala en un comunicado que las palabras del edil identitario son “violencia verbal”. Curioso sentido de la violencia el que tienen estos mamarrachos. Recordarle a una concejala brasileña la realidad política que vive su país tras la llegada al poder de Bolsonaro como respuesta al hartazgo popular provocado por las izquierdas, es una exaltación de la violencia nada comparable a los cortes de carretera, la paralización de las comunicaciones ferroviarias o los piquetes intimidadores. Que ya se sabe la doble y artera moral de estos sinvergüenzas.

Como no podía ser menos, la CUP recurre a la “lacra del fascismo” para advertir de la “peligrosidad” de Anglada. Tal vez les faltó ampliar la definición de ese concepto y explicarnos, por ejemplo, qué razones han motivado que los brasileños prefieran la “lacra del fascismo”, de una forma abrumadoramente mayoritaria, a estar gobernados por la misma chusma que ellos representan en Cataluña.