Ofrece ya pocas dudas que Pedro Sánchez plagió partes sustanciales de su tesis doctoral y no solo porque medios como ABC haya aportado pruebas suficientes sino porque la propia empresa que tiene la herramienta para detectar contenidos copiados asegura que el 21 por ciento del texto está plagiado, un 20 por ciento más de lo que admitió La Moncloa después de haberla utilizado. Este periódico hoy aporta indicios fiables de que la tesis del presidente del Gobierno fue elaborada, además, de forma acientífica y atropellada tras detectarse en el documento multitud de errores en las notas a pie de páginas, soltadas al tuntún en muchas partes del trabajo. Es imprescindible que la Universidad Camilo José Cela se tome algo más en serio la revisión de la tesis y proceda a salvar el nombre, rigor y solvencia científica de la institución, puestos en solfa al descubrirse el monumental plagio de Sánchez. De la misma manera que la oposición tiene programadas sesiones en las Cortes para que el presidente del Gobierno responda sobre el asunto, la institución académica está obligada a este trabajo auditor. El viernes se supo, en este sentido, que la Universidad de Barcelona acaba de retirar la tesis doctoral de Marc Guerrero, exdirigente separatista, al comprobar que había plagiado cuatro páginas de su trabajo.

Porque la actividad copista de Sánchez no se limitó al trabajo doctoral sino que se extendió a un libro en el que luego recogió su tesis, ya firmado con otro autor. Es de sospechar, por tanto, que la actividad plagiaria más que circunstancial fuese un método, al que habría que sumar el caótico reparto de las citas a pie de página. Ambas características revelan que el documento es una «fake tesis», sobre la que además ya mintió el presidente en sede parlamentaria cuando afirmó que podía ser consultada en internet cuando todavía era imposible y, por lo tanto, falso.