Hacemos falta. Toda la gente de bien hace falta. Porque nunca habíamos sido tan desdichados, en esta España donde, los ciudadanos en general (y eso es lo patético) ya estamos acostumbrados a desayunarnos con desmanes, arbitrariedades y corruptelas. Lo positivo es que lo tomamos con humor y ya preguntamos si Pedro Duque se sacó el título de astronauta en Planeta Agostini, facebook y las redes son un puro chascarrillo. Lo negativo es que vamos asumiendo la perversión como algo normal, el rencor y la maldad de la izquierda como “así es esa gente” y lo canallesco como “así es la vida”.

¿O es que no se sienten ustedes, muchas veces, huérfanos de líderes y dejados de la mano de Dios en el plano político e ideológico? Eso sí, cuando se es de un partico político y se tiene o se aspira a algún carguillo, se defienden con ardor las ideas y de paso los avíos para el puchero. Pero la orfandad es para nosotros, los incluseros, abandonados a nuestra suerte y sin más cometido que ser “siervos de la gleba” reventarnos a trabajar para que coman ellos y ellos lo despilfarren. Malo. Porque el Pueblo Español, ese que se escribe con mayúsculas y que acude a manifestarse por libre porque no es de ningún grupúsculo de la izquierda antisistema financiado por el ex-nazi Soros. Nosotros, los “normales” los que llevamos en las tripas el ADN desde Atapuerca y no nos ha tocado la nacionalidad en una tómbola amañada, nosotros no somos de resignarnos y “verlas venir”. ¿Sumisión? Jamás.

Bastante sumisos hacen a los pobres belgas, alemanes o franceses con la censura férrea de prensa y corriendo el riesgo de ser llamados “nazis” si un inmigrante les mata a los hijos y se atreven a protestar. Aquí de eso nada. Eso no va a pasar. Porque los padres y los abuelos estamos movilizándonos progresivamente y contoneándonos al son de “Despacito”, poquito a poquito…

Dirán ¿Pero de donde ha salido esta gente? Pues de aquí mismo, a vuestra vera estábamos y no os dabais cuenta y a partir de ahora muy presentes. Porque no nos vais a robar más la ilusión y el futuro de nuestros hijos y de nuestros nietos. Moviliza España es buena prueba de ello y prolífica en ideas muy políticamente incorrectas. Y encima no estamos amamantados por ningún partido político, por no darnos no nos dan ni la hora. Ni la necesitamos ya.

En su momento sí. Creo que todos hemos ansiado un dirigente que nos encandilara, populista a tope, sí, populista. Por más que la izquierda abomine del populismo. Y de todo. Porque para despistados e infelices ellos: antes por lo menos tenían al Soviet Supremo pero ahora Putin les aborrece y nos quiere a nosotros, a los buenos. Antes eran marxistas ahora son un tragicómico batiburrillo de piojosos antisistemas a sueldo, extrema izquierda zarrapastrosa, compinches de Maduro rebañando las migajas de Venezuela, asalariados de los ayatolás que, por cierto, detestan a toda la morería que no sea chiíta. Un caos con la guinda del pastel en los mamarrachos catalanistas que son Curros Jimenez en versión caganet. ¿Y qué ha pasado con el líder supremo Jordi Pujol? ¿Es que no hay cojones en España para engancharle por sus famosos dossieres? Les juro que no nos escandalizaríamos por más que dos cursis como Ana Rosa y Susana Griso se dedicaran a pontificar en sus aburridas tertulias donde los de derechas están calmados y los de izquierdas perpetuamente agraviados. Todos pelmazos. Menos Eduardo Inda que tiene salero, tanto que merecería ser andaluz.

¿Y les extraña que “Moviliza España” esta fábrica de ideas e iniciativas, esta factoría de ilusión haya sido parida desde Andalucía? Y con mucho arte, de manos de padres y abuelos que no hemos perdido el ímpetu para luchar, vamos que somos como los lacedemonios “nacidos para el combate”. Numantinos, en una palabra cuyo significado nos es muy familiar porque la llevamos tatuada en las neuronas por nuestros abuelos de las cuevas de Altamira. Y a partir de ahora vamos a estar. No lo tomen como amenaza sino como descripción de un hecho real.

¿Resignarnos y someternos a la ignominia? Va a ser que no.

Miren que simple. No es no. Y lo dice una abuela como denominación de origen.