Feria de Santander: Javier Cortés y un “Velero” de La Quinta para salir a flote
Embestía «Velero» como se navega en un mar en calma. Qué clase. Todo bajo la marca Santa Coloma, toda su armonía bajo el hierro de La Quinta. Había ofrecido en el capote mayor recorrido por el pitón izquierdo, pero en la muleta lució una embestida a la mexicana a babor y estribor. Adormecido el viaje y lentificadas las series de Javier Cortés, que brindó al público después de un trasero puyazo –sangró mucho el toro– y dos destacados pares del Algabeño.
Listeza de Cortés desde el prólogo diestro, sin agobiar y consintiendo al marítimo toro, que aquella embestida merecía caprichos. La nobleza sopló desde primera hora. Y a esa virtud se le sumaba la humillación y, por momentos, una profundidad zurda para torear a placer. Y así lo hizo, también por momentos, el madrileño. Tras una despaciosa serie al natural, oxigenó a «Velero» y citó mirando al tendido. Sin apreturas y cierta desigualdad, barrió la arena y caldeó el ambiente con un molinete de rodillas. Con sabor y torería en los remates, intercaló ambos pitones y se marcó algún alarde de valor. Epilogó la medida obra por manoletinas y lo cazó de un estoconazo que desató la pañolada. Se ganó una oreja y «Velero», un toro para salir a flote, los aplausos en el arrastre, lento como en arenas aztecas.
Y si bueno fue ese «Velero», Cortés se llevó el lote con el cuarto, un encastado «Comerciante» distinguido con una gran ovación. El acero privó de la posible salida a hombros al matador, que caló a ratos en una labor cimentada a derechas. Fue a menos, no redondeó y se eternizó en la hora final con el importante rival.
El manso «Goloso»
Si hubo un amo del redondel, ese fue el manso segundo. Este «Goloso», que de dulce no tenía nada, hizo pasar las de Caín a cuadrilla y matador. Se dolió mucho en banderillas y desarrolló complicaciones en la lidia, con saltos de mansedumbre absoluta. Un veterano como Carretero tuvo que poner los pies en polvorosa. «Goloso» desparramaba la vista y se vencía, cruzado y con peligro. Fortes no se dio coba en el trasteo, al considerarlo misión imposible, y luego se alargó en la suerte suprema. Con la boca cerrada y pendiente de todo menos del matador, «Goloso» parecía un sargento de hierro pasando revista. Cuando el tercer aviso estaba a punto de sonar y el malagueño, como ausente ya, parecía haber desistido, un descabello lo envió al cielo de los mansos.
El quinto fue recibido con entusiasmo, pero su fondo no se correspondió con su guapeza. De medias arrancadas, no terminó de entregarse. Fortes intentó agradar, tanto por el palo clásico –apuntó tres naturales de pureza– como por el efectismo del molinete y un muletazo rodilla en tierra. Pero no era su tarde y, además, enterró un bajonazo.
Román atisbó la calidad del tercero y brindó su correcta faena, con un sabroso inicio, pero sin acabar de transmitir ante un animal que pecaba de sosería. Quiso lucir en la distancia al sexto en varas y pidió calma a la aplaudida cuadrilla. Todo estaba a punto de caramelo, con un «Golfino» con la alegría de la pronta movilidad y el defecto de ir a media altura. Por ahí lo enredó Román, muy entregado. El acero se llevó un premio mayor que la vuelta al ruedo. Y así finalizó la interesantísima corrida de Álvaro Martínez Conradi, para todos los gustos, con varios ejemplares de nota y un lote de triunfo grande. «Velero» había marcado el rumbo de un conjunto para ponerse a navegar en las aguas de la Fiesta…