Carmen Calvo.

Federico Ysart.- Tuvo que ser ella la que diera la cara. Carmen Calvo tiene un largo expediente de ocurrencias. La última, lo del “Consejo de Ministras y Ministros”, que la mayoría siguió pastueñamente en la ceremonia de su incorporación al Consejo ante el Rey. Poco serio.

Hasta siete veces se refiere la Constitución al órgano del Ejecutivo titulado Consejo de Ministros; de Ministros y punto. ¿Querrá empezar la vicepresidenta su labor con esta insólita reforma de la Ley de leyes? Claro que la señora Calvo tiene un largo expediente de ocurrencias, como aquella confesando que había sido “cocinera antes que fraila”, o cuando afirmó que “el dinero público no es de nadie”, y en la convención mundial de ministros de Cultura proclamó “deseo que la Unesco legisle para todos los planetas”.

Esta gansada de meter en la denominación de instituciones seculares el feminismo rampante tuvo un precedente hace unos meses cuando Podemos y Compromís presentaron una proposición ante la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados pidiendo que en la próxima reforma constitucional se hablara del Congreso de los Diputados y de las Diputadas. O, ya en plan transaccional, se quedara simplemente en Congreso.

A todo esto la RAE no es capaz de cortar la estupidez del llamado lenguaje inclusivo que amenaza con destrozar la belleza y flexibilidad del español. La Academia se manifiesta en contra de la ocurrencia gubernamental, pero su director dice que vale. ¡Por favor, don Darío!

Puestos a remediar siglos de Historia para dar gusto a una manía, que de eso se trata, ¿se imaginan reescribir leyes y decretos, novelas y poemas, versos como aquellos de Antonio Machado: “Y cuando llegue el día del último viaje / y esté a partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar.” ¿Pondremos en el último verso “casi desnudo/a, como los/las hijos/hijas de la mar”?

Seriedad, por favor. No malversemos también la lengua, ministras y ministros, periodistas y periodistos, docentes y docentas…