El soberanismo toca retirada
Xavier Rius*.- Siempre dije -y me alegro- de que las revoluciones las hacen los que no tienen nada a perder, los oprimidos, los hambrientos, los sans culotte. No gente que veranea en la Cerdanya o en Cadaqués. Toca retirada.
¿Qué se sabe de la querella de Torrent contra el juez Llarena? De momento, nada. Debe andar perdida por los cajones del Parlament.
El presidente de la cámara catalana la anunció el pasado día 12 -para tapar el debate frustrado de investidura del sábado-, el Gobierno español le dio un toque al día siguiente y nada más se supo. El otro día hasta se lo pregunté por tuit. No contestó.
Es como lo de JxCat. El portavoz de la lista, Eduard Pujol, afirmó el jueves en rueda de prensa que “no renunciamos” a la investidura de Carles Puigdemont. Para ello no sólo hay que reformar la Ley de Presidencia sino también desobeder al TC. A ver quién es el valiente.
La firmeza duró 24 horas. Al día siguiente ya dijo que “no forzaremos ninguna situación de desobediencia”. El sábado ponía en duda que el Gobierno español levante el 155 en caso de nuevo Govern. Era una manera de tapar sus propias contradicciones.
En efecto, el acuerdo aprobado por el Senado especifica claramente el 155 se levantará tras “la toma de posesión del nuevo Gobierno de la Generalitat”. Otra cosa es que el nuevo ejecutivo vuelva a las andadas.
Por eso, cuando el procesismo proclama que hay que constituir gobierno para levantar el 155 hace trampas porque es automático. Un poco como los vascos, que han acabado dando apoyo a los Presupuestos del Estado. Claro, en política, cada uno mira para lo suyo.
Por eso me hizo gracia cuando salió el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, y dijo el pasado miércoles que tenían el “compromiso firme” del PP de levantar el 155. Los compromisos se cumplen antes de dar el sí, no después.
El soberanismo está empezando a aterrizar en la cruda realidad. ¿Qué nos queda del 1 de octubre? La épica, la nostalgia, los lazos amarillos. Políticos en la cárcel. También un montón de libros vendidos por Sant Jordi.
Es simplemente un consuelo. Como el equipo que pierde el partido de su vida pero dice que fue una victoria moral. A los políticos deberíamos juzgarlos por los resultados tangibles: ¿Qué hemos conseguido?
Hasta el PDECAT quiere empezar a soltar lastre. También lo dije: con extradición o sin, Puigdemont es agua pasada. Le queda posar con estudiantes, hacer tuits o decirla cada vez más gorda para continuar saliendo en los periódicos.
En cuanto hay nuevo presidente será historia. Como Mas, que va por el mundo con una tarjeta que pone 129 presidente de la Generalitat. Señal que continua con la espina clavada.
Al expresidente no le quedará ni TV3 donde, cada dos por tres, lo entrevistan para mantener encendida la llama de los convencidos.
Catalunya debe entrar necesariamente en una nueva etapa. Aunque el estropicio político, social, económico y hasta emocional tardará años en curarse.
*Director de e-noticies
En Catalunya, mal les pese a “los que les gustaria fuera al contrario”, no pasa nada fuera de las diferencias que puedan tener personas que tienen distintas ideas y pensamientos.
Vengan a mi barrio, soy Catalanista, y el vecino de enfrente es Monarquico convencido, pues nos ayudamos en lo que necesitemos y mas de una vez hemos pillado “alguna castaña” en su casa o en la mí.
Siento decirlo, pero no me lo creo.
Es más, CATALUÑA ESTÁ TOTALMENTE DIVIDIDA, Y ENFRENTADOS ENTRE ELLOS.
Si “esta gente” consiguiera la independencia, PRONTO ACABARÍAN EN UNA GUERRA CIVIL…