Cifuentes y el ‘arte’ de mentir
Edurne Uriarte.- El vídeo de la comparecencia de Cifuentes de esta mañana junto a las anteriores sobre el Máster será usado en clases de Psicología y de Comunicación para el análisis de las técnicas de la mentira. Es todo un documento sobre la habilidad para mentir. No recuerdo una sangre fría comparable a la hora de reconocer un robo y de negarlo con una excusa ridícula. Porque Cifuentes ha dimitido, sí, no tenía otra salida, pero lo ha hecho después de negar que eso que es un robo fuera tal, “una acción involuntaria”, ha dicho, sin que se le cambiara una línea de expresión, sin un gesto de lamento o de vergüenza. Hasta ha acusado a los medios de falta de escrúpulos por perseguilarla y destruirla, como si una prueba de un robo en supermercado fuera cosa de la vida íntima y personal.
Quienes aún esperábamos a la conclusión de la investigación universitaria y judicial sobre su Máster para emitir una “sentencia” definitiva sobre su credibilidad, obviamente, ya no le damos ninguna tras asistir a su asombrosa negación de la evidencia que está a disposición de todos los españoles. Con preguntas añadidas referidas tanto al PP como a los medios de comunicación: ¿Sabía el PP de este episodio? Y si lo sabía, ¿Cómo pudo permitir que ocupara los cargos que ha ocupado? ¿Y lo conocían los medios d comunicación? ¿Por qué un vídeo con una prueba de esta gravedad ha permanecido oculto durante siete años?
¿Por su increíble capacidad para mentir que ha engañado durante todo este tiempo tanto a los medios como a los líderes del PP? Es posible. Con la consecuencia añadida, no sólo del daño para el PP sino para la credibilidad general de la clase política. Por las mentiras de Cifuentes, pero también por las de José Manuel Franco y de Iñigo Errejón que ahí siguen y seguirán porque a ellos nadie les exige la verdad.
Señora Uriarte, el arte de mentir está permanentemente presente en la política toda, desde 1975. Como ejemplos aleatorios valgan los “cien años de honradez” del psoe” que aún estamos esperando (es un decir), o la milonga del pleno empleo cada cuatro años, o “la justicia es igual para todos” (pregúnteles a los de Blanquerna si empujar a un sedicioso catalán se paga igual que apalear a un policía nacional).
En conjunto, bochornoso lo ocurrida tanto para una como para la otra parte. de una y otra parte, En qué país vivimos…
Pero en mentir no es la única. Y además, peor es jurar la Constitución y luego no acatarla. Vamos, digo yo.