Ahora el PP sorbe el champán de lo que vaya a ser su hiel: el PNV renuncia a las Enmiendas a la Totalidad, pero de manera parcial, lo cual da al partido gubernamental un halo de respiro para poder ver aprobados sus Presupuestos Generales. Pero, ¿por qué se relaja? La propaganda es que se trata de unos presupuestos que a todos contentan, pues tanto trabajan en mejoras sociales (reducción del IRPF, incremento, aunque mínimo, de las pensiones…), como en la conciliación con una cierta prudencia de ahorro que no desemboque en un vasto déficit estatal. Reina, en teoría, la conciliación.

En realidad, este guiño del PNV no ha sido filantrópico, ni de solidaridad: se trata de unos suculentos presupuestos destinados a Vascongadas para la construcción de su “Y griega” en carretera, propuestos por un Gobierno estructural y endémicamente falto de mayoría. La pasta es la pasta, la pela es la pela. Y seguimos la tradición política de bajarse los calzones y sufragar el independentismo a los independentistas a cambio de un puñado de votos temporales a favor de la Sede central, mientras ellos idean sus rebeliones, mientras nos sangran, como ha sido el caso de la antes “Convergencia y Unió” en Cataluña: qué más le daba si gobernaba desde Madrid Aznar o Zapatero, con tal de pillar bocado.

La táctica de los nacionalistas, siempre la misma: chulerío no conciliador y contestatario a la espera de una golosa oferta de presupuestos; subasta al mejor postor; adjudicación a los partidos nacionalistas del alma y la soberanía de España a precios exacerbados; pingües beneficios para la Autonomía separatista.

¿Consecuencias? Con tales presupuestos cedidos, como en este caso al PNV, además de sufragar su infraestructura, financiar el independentismo, fomentar la diglosia o falso bilingüismo al favorecer el desarrollo de la lengua local, tanto administrativa como culturalmente.

Pero, además, la perplejidad de las demás Comunidades Autónomas que ven cómo eternamente las más favorecidas bostezan sus quejas mientras las tradicionalmente sumisas (Andalucía, Castilla- León, Castilla- La mancha…) siguen sin Educación, sin carreteras, sin Sanidad, o de darse, como el AVE en Murcia, por los exclusivos intereses de los independentistas.

Ante ello, egoísmo de la oposición: en este país, la oposición no acaba de aprender a serlo, y se traza en diametral enemiga en vez de consejera prudente y colaboradora coyuntural ante un bien común. Da igual la aprobación de los Presupuestos Generales, dan igual los pensionistas; tanto da que Madrid, además de Cataluña, se quede sin Gobierno. La cosa son los votos.

Como colofón, tras el aparente buen samaritarismo de los vascos en interesado auxilio del Gobierno central, hay que aguantar, con su silencio, el “COMUNICADO” etarra de una supuesta petición de perdón; eso sí, selectiva, sólo destinada a las víctimas colaterales, a las plenamente civiles, hipócrita y sibilino perdón sesgado, además a la espera de la paridad de un perdón penitenciario a los presos etarras con mejoras en su condición de reos. Asesinos que seleccionan perdones como si repartiesen bendiciones. ¿Tenemos que aplaudir? Lo hacemos sufragando la “Y griega”, pues parte del pueblo vasco parece contentarse con la doblez de la Y griega y no sentir nada ante los nidos de rémoras, ante tanta sangre seca.