Gabriel Cruz

Por José L. Román.- La misteriosa desaparición de un niño, como es el caso de Gabriel Cruz en la localidad almeriense de Níjar, habría sido motivo suficiente en un país con una clara conciencia nacional, para que la huelga política del feminismo socialista-podemita del pasado día 8M, hubiese sido objeto de la indiferencia más absoluta.

Desgraciadamente no fue así. Y no fue así porque pudo más la consigna dada por los medios informativos al servicio del comunismo y la islamización de nuestro pueblo, que el grito desgarrador de unos padres angustiados por la desaparición de su hijo.

Gabriel es hijo de una familia humilde; una familia de trabajadores como cientos de miles en nuestro pueblo, que se desloman todos los días para hacer frente a los impuestos directos e indirectos paridos por la democracia, para sostener, no solo la losa de los diecisiete gobiernos autónomos, partidos, sindicatos y miles de chiringuitos satélites, sino que además, contribuyen al mantenimiento de unos medios informativos al servicio exclusivo del poder político y económico.

De ahí mi admiración y respeto a todos los españoles de bien, que buscan sin descanso a Gabriel, pero especialmente a todas esas mujeres que en lugar de acudir a la huelga política del 8M para hacer el caldo gordo al feminismo socialista y podemita gritando eslóganes como: “la talla treinta y ocho me aprieta el chocho”, continuaron buscando sin descanso al pequeño desaparecido pateándose la demarcación donde se le vio por última vez.

A este gesto de humanidad, patriotismo y sentido común, hay que sumar a cientos de miles de mujeres que por hallarse lejos de Níjar, pero angustiadas también por el hecho de ser o haber sido madres, no han dejado de pedir a Dios por el pequeño Gabriel a través de sus oraciones, desde sus hogares o iglesias de toda España.

Mujeres y hombres de las Fuerzas de Seguridad, bomberos, voluntarios, vecinos y paisanos con o sin color político, pero conscientes de lo que supone la desaparición de un ángel de Dios, dieron prioridad absoluta a su búsqueda por encima de la ideología de género o de cualquier reivindicación o huelga política.

Como era de esperar, Patricia y Angel, padres de Gabriel, se han visto arropados por millones de familias de toda España, pero especialmente por aquellos padres que han vivido en su carne la pérdida de unos hijos que fueron brutalmente violados y asesinados a lo largo y ancho de nuestra geografía por criminales sin piedad.

Criminales y asesinos, muchos de ellos puestos en libertad y reincidentes gracias a una sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, en la que el juez español López Guerra, afín a socialistas y podemitas fue pieza clave para que terroristas etarras con decenas de asesinatos en su haber de hombres, mujeres, ancianos y niños, junto a narcotraficantes, violadores y asesinos en serie hiperviolentos, fueran puestos en libertad con el aplauso unánime de los que ahora convocan la huelga político-feminista del 8M.

En estos momentos de angustia por la desaparición de un niño andaluz y español, como es el caso de Gabriel Cruz, si en España primase el espíritu nacional por encima del politiqueo separatista y antiespañol, y más allá de una ideología de género inventada por socialistas y podemitas para enfrentar a mujeres contra hombres, el conjunto de la ciudadanía y los medios informativos colaborarían sin pestañear con las Fuerzas de Seguridad en la búsqueda de esa criatura indefensa, y se dejarían de dar pábulo y bailar el agua a quienes como he dicho antes, apoyaron y apoyan sistemáticamente la puesta en libertad de terroristas y asesinos; repudiarían a quienes se oponen sistemáticamente a la implantación de la “cadena perpetua” para terroristas, violadores y narcotraficantes; dejarían de auspiciar a quienes se dedican a envilecer y encanallar a nuestros jóvenes; y retirarían el voto a quienes no tienen otro objetivo que la destrucción de la nación española y de nuestra civilización cristiana y occidental.