¿Qué demandan las huelguistas el 8M?
Pedro Romero.- Tengo algunas amigas que irán a la huelga, otras que no. Pero, ¿por qué se manifiestan estas mujeres el 8M?. Las que van a ir, argumentan sobre el machismo, el patriarcado, la brecha laboral o la discriminación de la mujer. Nada mejor que leer el propio manifiesto del 8M para saber lo que pretenden cambiar. Recomiendo a todas las mujeres que se vayan a sumar a la huelga que lo lean. Lo primero que llama la atención es la amalgama de objetivos, declarados en dicho texto, algunos más difusos que otros.
Entre los menos concretos encontramos reivindicaciones a favor de la biodiversidad, contra el cambio climático, el patriarcado, el capitalismo, las guerras, o la exclusión racial -el texto sólo se refiere a la exclusión racial de las mujeres-, entre otros. Al tratarse de objetivos vagamente definidos, el manifiesto no hace ninguna propuesta concreta que pudiera ser aplicable en estos ámbitos. Es como si una masa proletaria saliera a la calle a quejarse de la avaricia de los patronos, sin llegar a definir en qué quieren cambiar sus condiciones laborales y como lo piensan hacer, el resultado final será que habremos conocido que los patronos son malos, pero nada más (en este caso los hombres, por el hecho de ser hombres, son los culpables de todo esto). Entre estas proclamas encontramos diversas contradicciones:
“Las guerras son la expresión de la extensión del patriarcado y crean sufrimiento en las mujeres”. No entiendo cómo se puede defender una cosa y la contraria: por un lado, el feminismo se opone a la guerra, por el otro defiende la integración de la mujer en las fuerzas armadas, como signo de igualdad. Hay que decir también que las guerras las cocinan los estados, no el patriarcado, que las guerras son un fracaso de la humanidad en sí misma, un fracaso que afecta a hombres y mujeres, aunque de muy diversa manera. Las guerras las sufre la población civil, que acaba atrapada entre dos fuegos, pero también la sufren las personas que conforman los ejércitos. Sólo en la batalla del Somme en 1914, fueron enviados a la muerte 1.000.000 de hombres en un periodo de 2 meses (17.000 bajas al día), ese es uno de los grandes privilegios que el patriarcado ha reservado siempre para el hombre. Hoy en día el 97% de las bajas de soldados de los ejércitos de países occidentales – que tienen a mujeres en sus filas- son hombres.
Se demanda el fin de la brecha salarial. Sería mucho más correcto hablar de brecha laboral que de brecha salarial. No es cierto que haya diferencia salarial entre hombres y mujeres en puestos de trabajo iguales. Sucede, entre otras cosas, que la mujer desarrolla trabajos en puestos peor remunerados, que la mujer sigue siendo cuidadora de los niños y por eso es más habitual tome más empleos en jornada parcial. Ya en la campaña 2009 del Ministerio de Trabajo sobre discriminación salarial en el puesto de trabajo, resultó que, de 241 empresas analizadas, sólo en 12 -menos del 5%- se observó discriminación salarial, de los 46.239 trabajadores estudiados, sólo se discriminó a 590 (el 1%), ¡de los cuales 245 eran hombres! En 2015, se inspeccionaron rutinariamente 414 empresas para detectar brecha salarial: solo se advirtió en cuatro. Una vez más nos encontramos con un bulo mediático muy útil para poner en pie de guerra a las mujeres en contra de los hombres. La realidad es que el promedio salarial de todas las mujeres en España es un 23% inferior que el de todos los hombres, por las razones que ya hemos explicado.
Se denuncia también el techo de cristal, esto es algo que debe cambiar, y de hecho está cambiando, pero resulta difícil de conseguir a corto plazo, es preciso para ello que las mujeres aprendan a sacrificar sus proyectos familiares y se vayan integrando en esas carreras ejecutivas, competitivas y agresivas habitualmente desempeñadas por los hombres. Les deseo mucha suerte en el empeño.
Se denuncia la precariedad laboral, como si dicha precariedad afectara sólo a las mujeres en nuestro país, donde existe un 13% de trabajadores en el umbral de la pobreza.
Se denuncia que ser mujer es la principal causa de pobreza, cuando la realidad estadística nos indica que el 83% de los sintecho en España son varones.
“Denunciamos los recortes de derechos” me imagino que se refieren a los recortes de derechos civiles en España en estos tiempos que nos han tocado vivir. Sin embargo, estas mujeres no son capaces de hacer mención a la LIVG (Ley Integral de Violencia de Género), que ha creado juzgados específicos para hombres-imaginemos que en España hubiera juzgados sólo para negros- y cuyo cuerpo legal se basa en la vulneración sistemática de la presunción de inocencia, un derecho humano fundamental reconocido por la ONU en 1958. Se trata de una ley que no ha dado ningún resultado en cuanto a la reducción de mujeres muertas y que no ha sembrado sino sexismo, odio y dolor. Precisamente para poder sostener esta desigualdad legal, a modo de cortina de humo y lavado de cerebro de la conciencia colectiva, el estado crea toda esta batería de supuestas discriminaciones hacia la mujer. A nadie le importan ya los derechos de los hombres.
“Denunciamos la justicia patriarcal”, léase el párrafo anterior.
Se reclaman las pensiones que se han ganado (entiendo que en el ámbito doméstico), lo cual parece una demanda lógica y exigible para esas abnegadas amas de casa que lo han dado todo por sus familias en décadas anteriores.
Por último, en el ámbito de las propuestas que son más concretas nos encontramos con lo siguiente:
“Que se cumpla el Pacto de Estado Contra las Violencias Machistas”, lo cual es una aberración social en sí misma, dado que su aplicación supondría simple y llanamente la extensión de la LIVG para todo lo relacionado con la mujer. Esto significaría, entre otras lindezas, que el hombre perdería su presunción de inocencia en cualquier ámbito -no sólo el familiar- ante la denuncia de una mujer, y además la mujer accedería a un año prorrogable de subsidio de desempleo por el mero hecho de denunciar. Literalmente un régimen de apartheid por razón de sexo.
“Que el trabajo de cuidados sea reconocido como un bien social y que sea retribuido”, que es una petición perfectamente asumible. Hasta la fecha, la mujer ha cargado con el mayor peso del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos, sin embargo, parece haber una clara contradicción entre ese deseo de liberación de la mujer y la oposición sistemática del feminismo a la custodia compartida, dicha postura ocasiona que las mujeres continúen en el roll de cuidadoras tras una separación, lo cual es una gran oportunidad de cambio social que se pierde si tenemos en cuenta que España es el país del mundo con mayor número de separaciones y divorcios.
“Luchamos por la ratificación del convenio 189 de la OIT que regula el trabajo doméstico”. Esta parece ser la propuesta más concreta y definida de todo el manifiesto.
En conclusión, lo que parece destilarse de toda esta batería de reivindicaciones, es más de lo mismo: la simple y mera intención de ahondar en la imagen de una sociedad dominada por el hombre que pasa a tener la culpa de todos los males, por el mero hecho de ser hombre, un hombre machista, violento y maltratador. La realidad social no es esa que se pretende pintar, sin negar que existan personas machistas -ellos y ellas- es preciso recalcar que España es un país con 44 millones de habitantes, de ellos 22 millones de hombres que no son culpables de los 57 feminicidios anuales que se producen como promedio -y que la LIVG no ha logrado disminuir en 13 años de vigencia-. La estrategia de dividir a una sociedad en grupos diferenciados para enfrentarlos mutuamente siempre le ha resultado muy útil al poder (ya desde tiempo se los romanos, que acuñaron su “divide et impera”), entre otras virtudes, hoy en día podemos culpar a los hombres -que no a los gobiernos- de todos los males y seguir manteniendo a la población adormilada con la ayuda de ésta y otras estrategias mediáticas.
¿Alguien se imagina una manifestación por las pensiones en las que los hombres quedaran excluidos?. Tengan en cuenta que los hombres que vayan a la manifestación del 8M tienen vetado el acceso a la cabecera de la misma, por lo que deberán integrarse en un grupo mixto a la cola, mantenerse sumisos y no liderar ni destacar. Vamos, que les ha faltado pedir las zapatillas, la copa y el puro cuando la mujer llegue a casa después de su lucha por la igualdad.
Llegado a este punto me gustaría hacer una propuesta concreta que ayudaría a la solución de gran parte de los problemas aquí planteados. Tiene el hándicap de ser una propuesta no sexista, por lo que, al contrario de ésta del 8M, no va a contar con el apoyo de las instituciones. Propongo una manifestación mundial en apoyo a la renta básica universal: un mínimo salario para todas las personas que les permita vivir sus vidas con dignidad y elegir su modo de vida, que les permita huir de la violencia económica, que permita a las personas que conviven con un maltratador/a una holgura económica para salir de esa convivencia, que asegure que la mujer o el hombre que elijan el cuidado del hogar lo hagan con tranquilidad, una renta básica que haga desaparecer la preocupación por las pensiones -las de los hombres y de las mujeres, las de aquellas amas de casa jubiladas que ahora no tienen nada- una renta básica que acabe con la pobreza y la precariedad laboral.
En fin, he reservado para el final dos de las más afiladas propuestas del 8M.
“Queremos movernos en libertad por todos los espacios y a todas horas”. Es cierto que las mujeres tienen que soportar acoso sexual en diferentes grados por parte de muchos hombres, pero, en esta reivindicación, tal y como están las cosas en contra del hombre ¿no les llega un cierto aroma al “espacio vital” que se reclamaba durante la Alemania nazi? Ya circula en internet una propuesta de change.org en la que se pide la división de los vagones de metro de Madrid entre hombres y mujeres. ¡Si Rosa Parks levantara la cabeza! -ella fue la mujer negra que se negó a ceder el asiento del autobús a un blanco en Alabama en 1955, impulsando el comienzo del fin de la segregación racial en EE.UU.-
“Juntas somos más”…. “La sororidad es nuestra arma”. Esta sentencia por si misma supone el derribo absoluto de los ideales proclamados por la revolución francesa “Libertad, igualdad, fraternidad”. Una fraternidad que desaparece aplastada por la excluyente sororidad al tiempo que la libertad se quiebra y se derrumba bajo el peso de una igualdad que viene a vestirnos de uniforme.
*Presidente del partido “Igualdad Real”
Las feministas? Pues qué van a querer? 1200 euros al mes sin trabajar por tener coño, además de casa gratis y facturas pagadas, por la opresión a la que dice que la mujer ha sido sometida y bla, bla, bla. ESPAÑOLAS NO, GRACIAS.