C. Valenzuela.- Carles Puigdemont se equivocó cuando declaró la independencia en vez de convocar elecciones y al día siguiente Mariano Rajoy volvió a equivocarse al decidir convocarlas en el menor tiempo posible para ayudar a que la aplicación del artículo 155 de la Constitucion resultara leve y provisional. La democracia no consiste en que los ciudadanos voten sin más, sino en que, además de eso, puedan hacerlo en libertad, sin adoctrinamiento de sus gobernantes, con acceso a medios de comunicación plurales. Con los condicionamientos actuales, los independentistas tenían todas las de ganar. Y así lo han hecho en su conjunto, otra vez.

Para hacer frente a circunstancias tan adversas era imprescindible que surgiera un partido político sin complejos para denunciar las trampas del secesionismo, con el mismo discurso dentro y fuera de Cataluña, con candidatos atractivos para el electorado mas perezoso para acudir a las urnas, sin un historial de apoyo a las sombras más oscuras del nacionalismo y con ganas de salir a la calle a ondear banderas españolas y catalanes en la misma mano.

Mañana tendremos que hablar de coaliciones para gobernar. Esta noche hay que detenerse en señalar la victoria de Ciudadanos, el primer partido que ha sido capaz de ganar a los nacionalistas catalanes desde los comienzos de la democracia. El PSC ha mejorado resultados y si los defensores de la Constitución no suman mayoría es por el desplome del PP. Los populares tardaran en digerir su resultado, pero para empezar no estaría de más que se empiecen a preguntar por qué se dejaron engañar hasta creer que Puigdemont no podría celebrar el referéndum primero y proclamar la independencia después, a cuento de que se negaron a pasear la bandera española por las Ramblas hasta que la gente se echó a la calle y para que se empeñaron en convocar deprisa y corriendo estas elecciones.