Ultraizquierdistas en contra de la conmemoración del Día de la Toma en Granada.

Por José L. Román.- Hay quien sostiene que “la extrema izquierda es una amenaza que se cierne sobre España y su democracia”. Esta reflexión es una manera de justificar la defensa que hacen de esa democracia, aun a sabiendas de que se trata del instrumento de la extrema izquierda y los medios de comunicación que le suministran el oxígeno, mediante el que a su vez reciben cobertura legal para amenazar, agredir y asesinar, con el objetivo de desvitalizar y destruir España.

El asesinato de Víctor Lainez no ha sido un hecho casual ni fortuito, se trata de un crimen perfectamente orquestado que forma parte de los planes de esa extrema izquierda vitaminada y por la misma democracia, que permite que los asesinos puedan sentarse, no solo en los platós de televisión recibiendo los agasajos de periodistas al servicio de los que dirigen y ordenan esos crímenes, sino que pueden ocupar también asientos presidiendo sedes judiciales, ayuntamientos, diputaciones y hasta cámaras legislativas en cualquier administración.

La agresión con un adoquín a un guardia urbano de Barcelona dejándolo tetrapléjico; la brutal paliza a una joven en Murcia por llevar una pulsera con los colores de la bandera española; la agresión sufrida por dos jóvenes que defendían a la selección española de fútbol en Barcelona; el ataque contra un padre de familia y contra sus dos hijos de muy corta edad en Barcelona por enarbolar una bandera española; el apaleamiento por parte de una banda de etarras contra dos guardias civiles y sus parejas en Alsasua; y el ataque contra Víctor Lainez causándole la muerte, no son hechos aislados como los medios de comunicación al servicio de los agresores nos quieren hacer creer, no. Son atentados de odio perfectamente orquestados por activistas de la extrema izquierda, con el auspicio y el beneplácito de esos medios de comunicación y sus periodistas más sectarios, que siempre encuentran justificación a esos crímenes tan abyectos.

Insisto, sostener que esas agresiones de la extrema izquierda son una amenaza para la democracia, es solo un latiguillo que ya no cuela; un truco para confundir y engañar a la opinión al objeto de no reconocer que es esa misma democracia, junto a la propaganda y la complicidad de los medios de comunicación, la que ha llevado a los criminales a las instituciones tras conseguir cinco millones de votos.

El asesino de Víctor Lainez, que antes dejó tetrapléjico a un policía local de Barcelona en 2006, no es un perroflauta cualquiera como nos quieren hacer creer, no. Es un activista de la extrema izquierda de primera fila como Pisarello o Monedero que, en lugar de estar cumpliendo condena por un delito tan grave, ha estado impartiendo conferencias bien remuneradas, dirigiendo documentales presentados con todo boato, y recibiendo los agasajos de la Colau, Jordi Evole, Pablo Iglesias, Julia Otero, García Ferreras, Ana Pastor, y toda la patulea infecta del periodismo hediondo al servicio de la extrema izquierda.

Pero, permítanme antes de finalizar que traiga a colación las declaraciones del líder de “Podemos” Pablo Iglesias, para entender mejor el patrón que siguen todos estos personajes que han sido elegidos para destruir, en nombre de la democracia y del sufragio universal, esta gran nación que se llama España.

En un artículo publicado en 2008 en la página web de extrema izquierda “Rebelión”, el dirigente de Podemos decía sobre el himno de nuestra Patria y nuestra bandera nacional: “Ya me gustaría a mí (…) escuchar un himno como La Marsellesa y no la cutre pachanga fachosa (…); pido solidaridad para los que somos de izquierdas y tenemos que soportar, día tras día, el nacionalismo español y su bandera monárquica y postfranquista”.

En un video difundido por Internet, Pablo Iglesias declaraba que “el Parlamento español es un parlamento burgués de mierda, que representa los intereses de clase (…) Yo voy ahí (al Parlamento) a liarla (…) Voy en camiseta a las instituciones a “montar el pollo” (…) La clave del poder no está en las instituciones, “AQUÍ ESTÁ EN NUESTRAS PELOTAS”, está en la calle. Ocupamos las fábricas y además ocupamos para vivir (…) Compañeros, hay que vivir ocupando; hay que arriesgarse, tenéis que convertir vuestra propia vida en una experiencia revolucionaria. Eso de que, este espacio para hacer la escuela esté “alquilao”, el año que viene hay que ocuparlo (…) Y el servicio de orden no está solamente para repeler una agresión fascista, está para defenderse de la Guardia Civil cuando vengan a desalojarnos. Por supuesto si nos pegan…, no vamos a ir al Juzgado o a un cuartel de la Guardia Civil -esa institución burguesa que protege los intereses de la clase dominante-, nosotros hacemos POLITICA MASCULINA, CON COJONES (…) Hay que practicar gimnasia revolucionaria (…) Yo supongo que muchos de vosotros sabéis fabricar cócteles Molotov, de los que incendian y de los que explotan, sabéis hacer barricadas, que hay que correr en dirección prohibida de la Policía, y de vez en cuando aquí en lugar de dedicaros a beber, os estaréis entrenando porque…se avecina una crisis terminal del capitalismo y tendremos que estar preparados para tomar las armas. A mí me gusta este estilo, yo militaba en el MRG (…) Recuerdo en Génova (Cumbre del G-7) los del MRG íbamos con escudo y con cascos y cuando volvíamos después de ese épico momento MASCULINO de choque con los antidisturbios, (…)”.

Pues bien, si de Pablo Iglesias, representante y paladín de Rodrigo Lanza, el chileno asesino de Víctor Lainez, el portavoz del PP en Estrasburgo, González Pons, dice que le tiene “afecto y mucha simpatía” y que conoce a la “persona” además de al Pablo Iglesias “mediático”. Y añade: “me parece uno de los personajes más interesantes con los que he tratado en mi vida”, es “culto, inteligente, muy creativo”; “añade valor a la política española”, y apostilla: “yo soy seguidor de Pablo Iglesias desde el Partido Popular”, entonces, convendrán conmigo, que no es la democracia que defienden el señor González Pons y su partido la que se ve amenazada por la extrema izquierda, sino que es España, y no la democracia, la que se encuentra, junto a todos los buenos españoles, en grave peligro de muerte.