El Quijote de Bruselas
Xavier Rius*.- Tarradellas decía que en política se puede hacer todo excepto el ridículo. Ahora el problema es que los catalanes lo estamos haciendo colectivamente. Como país. Porque si Puigdemont se empeña en decirla cada vez más gorda como presidente -o expresidente, me da igual- nos representa a todos. A los que lo han votado y a los que no.
Aquello de que el món ens mira -el mundo nos mira- se nos ha girado en contra mientras anda haciendo tuits e intervenciones contra la Unión Europea desde Bruselas. Aunque por suerte la diatriba -otra muestra de la consistencia del personaje- duró apenas 24 horas. Al día siguiente rectificó.
Con el proceso, visto el resultado, empezamos a hacer el ridículo muy pronto. Pero creo que el súmmum fue declarar una república durante ocho segundos. Algo nunca visto. Aquel día estaba yo en el Parlament y los colegas de la prensa internacional -126 medios acreditados- no entendían nada. Algunos habían venido desde Australia. Creo que son 24 horas de avión.
Luego, ante el acojone general, empezamos con lo de la mediación internacional. Como si Catalunya estuviera en la ONU y tuvieramos alguna potencia amiga a la que pedir socorro. Rajoy se lo tomó a guasa. El Vaticano se nos sacó de encima. Creo que la única que se apuntó fue la decana del Colegio de Abogados de Barcelona, Maria Eugenia Gay. Más que nada para hacer un favor a la Generalitat.
Al final hicimos efectiva la independencia -con un hemiciclo medio vacío todo hay que decirlo- sólo para que ocho consejeros fueran posteriormente como corderitos a la Audiencia Nacional para prestar declaración. Algunos acaban de salir de prisión. Otros siguen ahí. El peso de la justicia a la que tanto subestimaron cayó con toda su fuerza.
El presidente -tras hacer ver que estaba tan ricamente en Girona- se dio a la fuga. No entro en los detalles porque no se conocen todavía con exactitud. Pero dio esquinazo a sus propios escoltas. ¿Cómo se largó? ¿Escondido en el maletero? ¿Oculto en el asiento de atrás?. Un presidente tiene que morir con las botas puestas. Ni que sea políticamente.
Suerte que la prensa internacional le hace cada vez menos caso. Pero sigue ahí: instalado en su mundo. El Estado, por lo que parece, tiene “miedo” y por eso ha retirado la orden de detención internacional contra él y los cuatro exconsejeros.
No sé si regresará o se quedará en el exilio -de algo tiene que vivir, supongo- pero en cuanto vuelva se le cae el pelo. A éste lo meten en prisión preventiva y no saldrá. E igual le caen doce años de cárcel. Lo digo con pena porque era mi president.
No contento con hacer él solo el ridículo lo hace también el resto del procesismo. Marta Rovira ha propuesto un gobierno en el exilio y otro en el interior. Como si esto fuera la resistencia francesa y Puigdemont se creyera De Gaulle.
Me ahorro, por otra parte, la polémica de los muertos porque ya la vi lanzando balones fuera en el programa de Jordi Évole. Parece que todo fue una excusa para explicar el final abrupto del proceso. Nada mejor que cargarle el muerto, nunca mejor dicho, al Estado.
Es como la manifestación de Bruselas. Muy elogiable hacer 1.300 kilómetros para ir a una marcha. Sobre todo con este frío. Pero no sé a qué van a Bruselas si, en palabras del propio Puigdemont, es un “club de países decadentes”.
Ni porque damos la tabarra cuando ya han dicho que no nos quieren ver ni en pintura. Amarilla, por supuesto. Bueno, sí: para insistir que España es una dictadura. Pero en cuanto por el edificio Berlaymont, sede de la Comisión, vean un catalán echarán todos a correr.
Hubo una época en que, con estado o sin, los catalanes teníamos fama de gente seria y pencaire. Ahora todo esto se ha ido a la mierda gracias al proceso. Pero ellos siguen en su mundo. Culpando al resto de la humanidad del desastre.
Puigdemont empieza a parecerse a don Quijote. Sin un Sancho Panza que lo temple. Porque ni Lluís Puig, el exconsejero de Cultura, ejerce este papel. Aunque físicamente podría encajar. Y mucho menos Toni Comín. A este paso acabará persiguiendo molinos.
*Director de e-noticies
¿Quijote? Este no llega ni a ser el asno de S. Panza,