LR.- Se considera Gerard Bellalta el primer empresario que plantó cara a la “mafia separatista, una especie de Luis Olarra catalán”, cuenta rememorando así al que fuera presidente de la Confederación General de Empresarios de Vizcaya durante los 80, la década de plomo de la banda terrorista ETA. Cansado de las amenazas etarras y del incesante goteo de asesinatos de miembros de AP, partido en el que militaba, Olarra envió al presidente de Batasuna, Jon Idigoras, una lista de posibles víctimas de su partido “si ETA atenta contra alguno de mis trabajadores y familiares”. También le envió “copia del depósito bancario de 300 millones de pesetas que garantizan las acciones por profesionales residentes en Marsella”.

La opción Olarra fue eficaz, ETA jamás atentó contra sus trabajadores y familiares. No hubo entierros, funerales y familias destrozadas para siempre, ni por supuesto, condenas de políticos sin alma. La opción Olarra será discutible, pero para sus trabajadores y familiares fue inolvidable. “Frente a la mafia separatista sólo cabe firmeza”, subraya Bellalta.

Aunque su historia dista mucho de la del corajudo empresario vasco, Bellalta también se siente una víctima del separatismo, lo que le llevó siempre a mostrarse extremadamente beligerante contra este colectivo. “Cuando los empresarios coqueteaban con Artur Mas y con el procès, yo ya hablaba del 155, advertía de la fuga de empresas y denunciaba el escenario de odio que los nacionalistas estaban creando en Cataluña”.  Recordemos que en 2013, Bellalta abandonó su casa de Vilanova, ante los ataques y amenazas de los separatistas, para trasladarse con su mujer y sus dos hijas a un chalé situado a 40 kilómetros.

Empresario con casi un centenar de empleados, Bellalta califica de “basura social” el universo separatista y asegura que el destituido Carles Puigdemont solía frecuentar locales de ambiente gay en Barcelona antes de ser presidente de la Generalidad. Sobre esta información, el empresario barcelonés nos revela los detalles. “Hace 7 años tuve que cerrar mi fábrica de Vilanova i la Geltrú dedicada a la fabricación de muebles de cocina. Ya desde mucho antes, los impagos de algunas administraciones locales y la persecución política de muchos separatistas hacían  muy difícil que pudiera seguir desarrollando mi actividad empresarial en Vilanova. Estas mismas personas, que también se valían de internet para propagar bulos e injurias contra mi, tenían nombres y apellidos. Así que puse el asunto en manos de una conocida agencia de detectives de Barcelona para conocer sus pasos y las irregularidades que pudiesen estar cometiendo en el ejercicio de sus actividades públicas”.

Los primeros resultados de las investigaciones apuntaban un conocido local de ambiente gay de Barcelona como punto de encuentro de dos de los investigados. Se trataba del local “La luna”, situado en la Diagonal. “Allí solían reunirse con políticos, altos funcionarios autonómicos, empresarios y periodistas vinculados a medios públicos financiados por la Generalidad, un totum revolutum independentista que ya comenté en Alerta Digital hace años”. Entre las personas que frecuentaban el citado local figuraba alguien que con el tiempo descollaría como una de las figuras más fulgurantes del nacionalismo catalán en toda su historia. Su nombre y apellidos: Carles Puigdemont Casamajó.

“En aquella época era un completo desconocido que podía pasar desapercibido en algunos ambientes poco recomendables. Se trataba de un activista en Gerona de la Crida a la Solidaritat en Defensa de la Llengua, la Cultura i la Nació Catalanes. Solía venir con bastante frecuencia a Barcelona. Fue con el paso del tiempo que aquel nombre escrito en un papel alcanzó la importante dimensión que hoy tiene”, nos relata. Bellalta pone a disposición del Gobierno de España toda la información de que dispone sobre aquellas visitas del hijo de un pastelero de Amer a uno de los locales gays más emblemáticos de Cataluña.

“Trágica situación económica”

Por otra parte,  Gererad Bellalta califica de “trágica” la situación económica que se vive en la región y lamenta que este asunto no esté focalizando el debate sobre la cuestión catalana. “Es increíble que se esté hablando todo el día sobre la situación penal de Puigdemont y sus exconsejeros y en cambio no se les señale como los responsables de la huida de cientos de empresas, del incremento del paro y de la bajada del PIB catalán. Por su responsabilidad ante estos hechos ya merecerían un juicio sumarísimo”. Y añade: “Mientras el cobarde de Puigdemont le paga a un abogado belga mil euros cada la hora para eludir su entrada en prisión, miles de catalanes víctimas de sus políticas tienen que recurrir a la ayuda social”.

En este contexto de gradual empobrecimiento, Bellalta defiende sin embargo el boicot a los empresas catalanas cuyos propietarios hayan estado alineados con el independentismo. “Hay que drenar el pantano y que el agua que crezca sea un agua limpia. Los españoles perdemos muy pronto la memoria y valoramos más la anécdota que lo fundamental. Por eso el relato que se haga en el futuro sobre todos estos hechos tendría que centrarse en el coste económico que tuvo para Cataluña la locura soberanista de un puñado de delincuentes”.