Puigdemont intenta ganar tiempo
Mayte Alcaraz.- Segundos después de que Carles Puigdemont usara una fórmula rebuscada y cobarde, que sortea su detención y la aplicación del artículo 155 de la Constitución, para suspender una declaración de independencia que no llegó a hacer (como le recordó Miquel Iceta), un alto cargo del PP bromeaba al teléfono: Rajoy se frota las manos porque no tiene que hacer nada. La chanza, con tintes dramáticos, retrata una situación que me temo no tendrá castigo. Vuelven a ganar lo que se saltan la ley, la burlan y, al tiempo, se burlan de todos, mientras los poderes del Estado, con su Gobierno a la cabeza, respiran provisionalmente con el oxígeno que les proporciona la cobardía de los secesionistas, que no su responsabilidad.
Puigdemont no hizo ayer ninguna concesión a la razón y a la democracia. Tenía que elegir entre la cárcel o la traición a los antisistemas que le han hecho el trabajo sucio en las calles y optó por salvar el pellejo y fracturar la débil unidad independentista. Los de la CUP, que obligaron con su negativa a retrasar el pleno una hora en plena astracanada, ya hablaban ayer de traición inadmisible de Puigdemont. Paró el balón porque continuar con el juego le suponía la cárcel pero usó el altavoz televisivo para volver a remachar su relato falaz antes los medios de comunicación extranjeros, algunos de cuyos desavisados corresponsales comprarán el discurso de Matrix a la espera de que el canciller del Reino de España, Alfonso Dastis, haga su trabajo.
Como si fuera un personaje de Berlanga, Carles Puigdemont dijo ayer que no era un delincuente mientras vulneraba el Código Penal casi al completo. Y dijo que quería a España. Y para probar ambas cosas declaró la independencia de Cataluña, con una fórmula con freno y marcha atrás, desde una institución española, dio un portazo al país y usó la tribuna que todos los españoles y las televisiones le proporcionan para repetir la turra de los agravios, del Estatut (señor Zapatero ¿le pitaron los oídos?) y para materializar un golpe de Estado con sordina.
Si Rajoy se conforma con este tiempo muerto decretado por Puigdemont se equivoca. Porque solo aplaza el problema ante el hartazgo de millones de catalanes y el resto de españoles. Otra jornada triste para España que, en una dinámica surrealista e impropia de una democracia adulta como la nuestra, contuvo la respiración ayer a las siete de la tarde a la espera de lo que un grupo de sediciosos decidiera hacer con nuestra nación. Y para redondear ese surrealismo, minutos antes de que Puigdemont subiera a la tribuna del Parlament, un partido que se dice nacional, como Podemos, estaba votando a favor de que el Gobierno de España no pudiera defender a su país, al que juró defender, con las herramientas que le ofrece el Estado de Derecho y la Constitución democrática de 1978. No hay precedentes al respecto. Tampoco del ridícuo que está haciendo España y que tiene sumido a los españoles en una mezcla de estupor, tristeza y vergüenza.
Puigdemont ya ha declarado, con la solemnidad que el momento histórico merecía: La gallina Turuleca, ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres. No dudo que, con la misma solemnidad, Rajoy le contestará algo así: Desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orilla, con la falda remangada, luciendo la pantorrilla. Mientras tanto, el sabio Pueblo Español, se prepara, con toda ilusión para llenar de papeletas las urnas que les pongan delante en las siguientes elecciones, da igual a quien, el caso es legitimar a quien sea para que siga el cachondeo, mientras echan miles de currículum a… Leer más »
La mitad de las ovejas de Castilla la Nueva han caído muertas como fulminadas por un rayo. ¡¡¡ DE ABURRIMIENTO !!!
Por favor, esto es para llorar… parece aquella película del Día de la Marmota que se repetía el mismo día en un bucle infinito y ultra aburrido. Recuerdo que aquella peli ya se me hizo larga y apenas eran dos horas. Imaginad cómo se me está haciendo esta pamplina catalibana….