David Mora, en un pase de pecho

Una tarde de toros. De toros de imponente trapío, con edad, y sobrados de casta. Bravos en el caballo y ofreciendo el triunfo a sus matadores. Cinco toros que vinieron de Francia, con la divisa de Roberto Margé, y un sobrero de El Torreón, que tampoco defraudó. Seis toros para salir a hombros de la Misericordia. Seis toros que emocionaron e hicieron disfrutar a los aficionados. Y los tres matadores que se fueron andando…

Los de Margé cada vez más serios, cada vez más entregados, cada vez más hondos. Todo tan embalado, que hasta el tercero, el remiendo de El Torreón, cumplió con creces. El titular que se fue para atrás a punto estuvo de liar una gorda al saltar al callejón. La pericia y el valor de un operario, que se la jugó para abrir una puerta al ruedo, desencadenó una tremenda ovación. El héroe de la tarde, y así se lo reconoció David Mora, que le invitó a dar la vuelta al ruedo con él.

Mora estuvo con muchas ganas, y aunque sus dos faenas estuvieron salpicadas de buenos pasajes, no encontró la conjunción necesaria para que aquello hiciera vibrar de verdad. Una honda serie con la derecha y una buena estocada le valieron una oreja del cuarto.

Román anduvo un tanto perdido, aunque más que perdido desajustado. Y así ante los dos, a los que vio pasar con sendos triunfos que ya no volverán.

Muchas ganas y escasos logros del mexicano Luis David Adame, pese a la oreja tras la entrega ante el sexto, quizás el más complicadillo. La estocada de ley.

Al final, los toreros andando…