Llamo al Padre Custodio para que intervenga vía teléfono en el programa “La ratonera” del jueves. Como tantas veces anteriores, mi interlocutor accede de buen grado. Me interesa sobre todo su opinión acerca de la riada de declaraciones de obispos y curas catalanes a favor de la independencia. Quiero conocer sus sensaciones tras ser cesado de su parroquia de Hospitalet por sus puntos de vista teóricamente favorables a la moral cristiana tradicional y también a la unidad de España. En un ambiente tan encanallado como el que vive la Iglesia en Cataluña, era imperativo el testimonio del Padre Custodio. Por primera vez, el cura barcelonés no atiende nuestra llamada, con el programa ya en directo. Lo intentamos dos, tres, cuatro y hasta cinco veces. Nada. Esto me obliga a improvisar y extender mi alocución sobre la cuestión catalana hasta tener en línea al segundo invitado.  No sé por qué, pero no me sorprendió la actitud de Custodio, por el que tanto hicimos cuando se quedó más solo que nunca. Por respeto a las veces que le hemos ayudado y defendido, tendría al menos que haber excusado su falta de hombría, lo que en un cura catalán nos parece una redundancia.

Supongo que Custodio cree que el régimen constitucional español ha muerto y que le conviene mendigar el perdón por existir en la república catalana. Estos judas catalanes son capaces de apuñalar a España y al Evangelio a cambio de que les perdonen el pecado de haberse sentido españoles alguna vez. Si Custodio prefirió no dar la cara por España, supongo que es porque la da por muerta. O al menos este régimen, que parece tan carcomido que un golpecito podría tumbarlo. Como dijo aquel, “casi todos los políticos quieren premiar a los golpistas a cambio de que se contenten con saquear todavía más a sus colonias, designio catalanista desde el Arancel Cambó hasta la fecha. Y si los partidos no defienden su partitocracia, pues bueno, pues adiós. El Gobierno de Rajoy se avergüenza de serlo y en vez de arrestarlo, coloquia con Trapero. La Oposición Rojicomplejines juega a las encuestas en vez de afrontar el Golpe con la ley y todas sus armas en la mano. Nadie pide ilegalizar a los golpistas, incluyendo a la ETA y Podemos, ni cerrar ciertos medios de comunicación que son la clave del Colp. Un Estado que renuncia a defenderse no es Estado, es un cadáver. Por eso planea el buitre episcopal”. Y por eso el decepcionante Custodio permaneció el jueves escondido bajo su sotana.

Me llegan noticias de un coronel retirado, maricón por definir, uno de esos mercachifles que se dedican a charlotear sobre lo que su cobardía e instinto económico de supervivencia le impidió llevar a cabo en el ejercicio de sus funciones militares. Este detritus se dedica a mandar recortes de prensa a algunos de mis colaboradores sobre lo que mis enemigos, que son muchos, dicen de mi. Con la que está cayendo, con las cosas que deberían quitar el sueño a un militar que no haya perdido la decencia ni el instinto patriótico, con la nación española presta a romperse, y la obsesión de este mierda es éste que les escribe.

La fijación del canalla conmigo data de hace unos años, cuando le puse las banderillas a raíz de un asunto que a él menos que a mi nos conviene recordar. Lo tenía ya en el olvido, como se tiene a los personajes grises y anodinos que pasan de puntillas por la vida, cuando su alcahuetería ha venido a revivir ante mi se escuchimizada figura. Mal negocio tener enfrente a un corazón de acero como el mío, tunante. Cuento con algunos afectos, que agradezco, pero he de admitir que cuento con una lista mucho más amplia de detractores. Lo natural cuando se ejerce el periodismo sin tapujos ni medias tintas. En esto, el mariconcete me gana ampliamente: no puede tener detractores quien ha sido y seguirá siendo un don nadie, uno de esos personajillos tristes, insustanciales, cobardes y tibios que vegetan más que viven y en cuyos corazones de hojalata anida el rencor y la miseria.

La próxima vez, bastardo, no tendré las contemplaciones que hoy sí he tenido.

Los catalibanes separatistas nos están dando una lección tras otra. Hay que reconocerles el arte de haber hecho lo que les sale de la sotana y aparentar en cambio ser ellos las víctimas de “la represión española”. Arte y oficio, sí señor.  Con movilizaciones en las calles, con ideas ocurrentes, con campañas propagandísticas bastante llamativas, con contraprogramaciones efectivas, desmontando falaz pero eficazmente cada argumento del Gobierno, debo admitir que se lo han currado. Y han aparecido además como un bloque compacto y unido, vertebrado en torno a unos símbolos que en Cataluña se exaltan orgullosamente y no se esconden. Cada gesto de los separatistas se ha agrandado con las patéticas y ridículas exaltaciones de los llamados patriotas, limitada su capacidad de respuesta al estribillo patriotero de Manolo Escobar y a repetir estrofas que valen lo mismo para un partido de la selección que para una concentración ante la sede de la ANC. Es justo reconocer que, al menos hasta hoy sábado al mediodía, nos han ganado por goleada

La principal carencia del patriotismo español es que no tiene algún proyecto ilusionante que vaya más allá de la propaganda y de explotar los tópicos más rancios reunidos en una marca España muerta de inanición. Si toda nuestra capacidad de reacción frente al mayor desafío de los últimos 80 años ha sido el que hemos visto estos días, entonces, señoras y señores: “¡El último que apague la luz”!