Mariano Rajoy y Luis de Guindos.

José Manuel Otero Lastres.- El Gobierno de la Nación me recuerda al padre que tiene que darle un cocorrón a su hijo adolescente porque el constante incumplimiento de sus obligaciones (lógicamente, esto sucedía en otros tiempos) y al ver sus lloros se arrepiente, ampliándole, como compensación, el horario nocturno de salida y la paga de los domingos.

Muchos de los que somos padres comprenderíamos una reacción paterna de este tipo, pero, al mismo tiempo, la calificaríamos como un gravísimo error de educación. Si no queda más remedio que reprender a un hijo por su conducta, hay que soportar las consecuencias por mucha pena que nos dé ver la aflicción del educando.

Ayer, y me duele criticar al Gobierno en unos momentos en los que necesita todo nuestro apoyo, el Ministro Guindos, supongo que con la aquiescencia de Mariano Rajoy, tal vez conmovido por la reacción de los independentistas ante las legítimas medidas del Estado contra los reiterados incumplimientos de la Generalitat, afirmó que podía profundizarse en el autogobierno y que como ahora la economía iba mejor se podía ofrecer también mejor financiación.

Es posible que estas ofertas estén llenas de buena voluntad. Pero suponen un grave e indisculpable error. Por dos razones. La primera es porque muestran que el camino idóneo para mejorar en autogobierno y financiación es protestar callejeramente y rebelarse contra la Constitución. Y la segunda es que, además de que como la tarta no es ilimitada la mejora de uno va en perjuicio de otro, en el caso de Cataluña se va a mejorar a uno de los que más tienen.

Espero que las palabras de Guindos se queden solo en eso. Porque los réditos electorales que va a obtener Rajoy y el PP por su defensa del Estado de Derecho se pueden ir por la alcantarilla si premian a los rebeldes y sediciosos con más autogobierno y más financiación. Y no tengan duda de que si ésta es la vía habrá un nuevo pulso secesionista al Gobierno de la Nación por parte de la Generalitat.