Por José L. Román.- El 3 de diciembre de 1970 se iniciaba el conocido como “proceso de Burgos”. Dieciséis detenidos acusados de terrorismo y otros delitos, fueron sometidos a un consejo de guerra que duró casi cinco años. El 27 de septiembre de 1975 serían condenados a muerte tras ser declarados culpables. Once de ellos lograron el indulto, los otros cinco, tres pertenecientes al entonces Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y dos de la banda terrorista ETA fueron ejecutados (Xosé Humberto Baena, José Luis Sánchez-Bravo, Ramón García Sanz (militantes del FRAP), Jon Paredes “Txiki”, y Ángel Otaegui (de ETA).

Las protestas internacionales y del Vaticano, de la Iglesia española y de los sindicatos, y los grupos de izquierda y de extrema izquierda, no se hicieron esperar. Acusaron al régimen de Franco de “mandar al paredón a cinco jóvenes sin garantías jurídicas tras haber arrancado su confesión a fuerza de torturas”. Diversas embajadas españolas fueron atacadas y la de Lisboa, incendiada. Desde entonces, cada 27 de septiembre, la izquierda y la casi totalidad de los medios informativos nos han venido recordando aquellos fusilamientos como “crímenes franquistas”, mientras la banda terrorista Terra Lliure, GRAPO, y sobre todo ETA, ya con la democracia, seguían extorsionando, secuestrando, amenazando, asesinando y mutilando, hasta conseguir alcanzar las instituciones e intentar lograr, con el dinero de todos los españoles, su único y principal objetivo: la independencia de Cataluña y Vascongadas del resto de España.

Hecho este preámbulo, daremos un repaso a lo que viene sucediendo Venezuela y veremos cuál es ahora, el comportamiento de aquellos que criminalizaban el régimen de Franco. En Venezuela, como todo el mundo sabe, un marxista tirano, iletrado y criminal, asesorado por la extrema izquierda española, y so pretexto de haber llegado al poder tras unas elecciones libres y democráticas, se cree legitimado para masacrar a su pueblo porque las urnas hablaron, y entre tanto, un buen número de medios informativos españoles y europeos, junto a formaciones de izquierda y de extrema izquierda, se limitan a tratar el tema como un asunto meramente interno de un país libre y soberano.

Qué importa que el pueblo venezolano esté pidiendo socorro. Qué importa que la población esté muriendo de hambre por falta de alimentos en los supermercados. Qué importa que sus actuales dirigentes estén directamente conectados con el narcotráfico internacional. Qué importa que los paramilitares chavistas armados por Maduro saquen a la gente de sus casas y les disparen a quemarropa. Qué importa que mediante una asamblea constituyente hayan terminado de dar un golpe de Estado para perpetuarse en el poder, en nombre del comunismo. Qué importa que las cárceles estén abarrotadas de presos políticos. Nada de esto importa a la comunidad internacional y a la izquierda española y europea, auspiciada por la casi totalidad de los medios informativos, cuando la violencia, los crímenes y la represión, son cometidos por un régimen marxista.

El balance de los últimos meses es aterrador: 129 personas asesinadas por policías, militares y paramilitares chavistas. De los asesinados 16 eran menores de edad. Más de 15.000 personas han resultado heridas por la brutal represión comunista. Han sido arrestadas más de 5.000 personas, de las que más de mil quedaron detenidas, y de éstas, la mitad fueron presentadas ante tribunales militares. Más de seiscientos presos políticos. Más de cuatrocientos periodistas y reporteros gráficos han sido agredidos. Más de cincuenta periodistas detenidos. Cuatro alcaldes democráticamente elegidos se encuentran en prisión, mientras que otros diez han sido ilegalmente destituidos, dos más están en el exilio, y tres en la clandestinidad. La sede de la soberanía nacional ha sido asaltada por fuerzas paramilitares,. Se ha disuelto de facto la Asamblea Nacional por el procedimiento de convocar una asamblea constituyente que contraviene la propia Constitución chavista mediante unas elecciones fraudulentas denunciadas por la empresa contratada para el recuento de votos. El propio rector del consejo nacional electoral se ha negado a avalar el fraude constituyente. El régimen ha destituido a su propia fiscal general por cuestionar la legalidad de algunas de las medidas de Maduro, y la sede de la fiscalía ha sido tomada por fuerzas militares. Pero no pasa nada. Una vez más nos encontramos ante el hecho, de que para un gran número de medios informativos los crímenes comunistas no existen.

Si los españoles estamos ahora mismo en el punto de mira del comunismo; y si a los asesores del chavismo que reprime y asesina los tenemos aquí en las instituciones, entonces, creo que deberíamos girar la mirada y comparar el silencio de la izquierda española y europea, con sus medios afines, ante los crímenes comunistas en Venezuela, con las protestas que estos protagonizaron contra el gobierno de España ante el “proceso de Burgos” de 1975, y los brutales ataques a diversas embajadas españolas. Esa comparación, y el referente tan actual y terrorífico de lo que se vive en Venezuela, haría comprender a muchos desconocedores de la historia reciente de España acerca del por qué de la firme oposición de Francisco Franco a legalizar el comunismo en nuestro país; algo tan sencillo como tener la certeza de que legalizar el comunismo sería condenar al pueblo al hambre y la miseria, y legalizar el asesinato de todo aquel que no piense como ellos.