Corría el mes de noviembre de 2013, cuando el entonces vicesecretario general de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons, proclamaba a los cuatro vientos que su partido y sus dirigentes eran “tan honrados como todos”, pero con la diferencia de que era la única fuerza política que “puede sacar a España de la crisis”. Hoy, con todo lo que acontece, y lo que todavía queda por salir a la luz teniendo en cuenta que a Zaplana se le empieza a ver el hocico, podemos decirle a este siniestro sujeto, más falso que Rubalcaba y Patxi López juntos, que su partido y sus dirigentes están tan podridos como todos los demás.

Son muchos los comentarios y cifras que oficialmente y dirigidos desde Bruselas, manifiestan el crecimiento económico que dicen estar experimentando España en estos momentos. Este mensaje es el que aprovechan los nuevos socialistas del PP para colocarse la medalla, y decir que estamos saliendo de la crisis, sin tener en cuenta, que ya no queda dinero para pagar las pensiones; que las nóminas de los funcionarios se pagan gracias a los préstamos del BCE; y que nuestra deuda es superior al 100% del PIB. Eso por lo visto no importa.

A mi particularmente, lo que diga Bruselas me importa una higa. Hay otros hechos extraídos de la vida misma, que nos hablan documentalmente y desde nuestras propias calles de otra imagen muy diferente. España puede conseguir todas las metas materiales que los medios informativos estén dispuestos a tragarse, o aquellas otras que los poderes internacionales quieran publicitar, pero mientras no veamos con nuestros propios ojos como se resuelve el grave problema de la corrupción política; el desempleo; los contratos basura y el empleo precario; el crimen organizado de la prostitución, las mafias y la droga; la violencia que se ejerce en las calles y a plena luz del día; el vandalismo marxista y separatista que padecemos; los crímenes que se ejercen en las clínicas abortistas; el enriquecimiento ilícito que subyace en torno a todas y cada una de las autonomías políticas; y la falta de valores morales en nuestra sociedad, mientras todo esto no se subsane y nosotros lo veamos, todos esos “éxitos económicos” de los que nos hablan tanto Bruselas como el Partido Podrido, serán un brindis al sol.

La democracia española nos ha llevado hasta tal punto de podredumbre, que los políticos corruptos -como se ha podido ver en la última “operación Lezo”-, no paran en barras si de saquear las arcas públicas se trata. Y, por otra parte, tenemos personajes sentados en el Parlamento con tal grado de odio y de revanchismo, que llegan a desear incluso la muerte de todo aquel que no piense como ellos, o de aquellos otros que no les otorguen su voto. Pero eso sí, son al unísono tan demócratas, tan liberales y tan progres, que todos están en contra públicamente, de la pena capital.

De qué le sirve al hombre alcanzar laureles en el mundo si después pierde su alma. Pues bien, aplicada esta última sentencia bíblica a nuestro pueblo y a nuestros días, podemos decir lo mismo: De qué le sirve a España un “sistema de libertades”, si los que nos trajeron ese sistema, al que llaman democrático, son tan inmorales, tan corruptos, y están tan podridos espiritualmente, que han conducido a España y a los españoles al borde de la extinción como pueblo.