El nuevo Leicester de Shakespeare no dio amor precisamente al Sevilla. Los hispalenses no supieron finiquitar la eliminatoria en el Sánchez Pizjuán cuando tuvieron a los ingleses contra las piernas y demostraron que eran mejor que ellos y lo recordarán durante mucho tiempo. En el King Power Stadium no supieron mantener la renta de la ida y terminaron sufriendo a un equipo que volvió a ser el que se llevó la Premier League la pasada temporada. El sueño de la Champions se esfumó para los de Sampaoli.

Los de Sampaoli no supieron hacer su fútbol durante buena parte del partido y dieron facilidades a un rival que se limitó a hacer lo que más ha ensayado durante los últimos años. Máxima intensidad en la medular, velocidad tras cruzar la divisoria, balones aéreos al área rival y cerrar lo mejor posible el centro del ataque rival. Con estas premisas, el Leicester puso contra las cuerdas a un Sevilla que contribuyó con varias acciones al buen hacer de los ingleses.

Ante su afición, los locales salieron con más hambre que los hispalenses. Vardy, Mahrez, Okazaki y compañía sabían que estaban ante una oportunidad histórica y así lo demostraron cada vez que entraban en juego. El primero se impuso en la mayor parte de los duelos por velocidad ante Pareja y Rami, el segundo fue un puñal por la banda y el asiático creó muchísimos problemas a la espalda de Iborra y N’Zonzi.

Que los centros aéreos son el mayor peligro del Leicester no es un secreto, precisamente. Si Sergio Rico tuvo que estar atento con los saques de banda que colgó Fuchs en su área, el meta terminó lamentando una falta innecesaria cometida por Iborra junto al pico del área. El capitán se precipitó al ir al suelo y permitió a Mahrez poner un perfecto centro al segundo palo Morgan, con mucha fortuna, lo mandó al fondo de la red.

Antes del tanto, Nasri había dejado su única acción de peligro. Un galopada de Sarabia por la derecha que terminó con un centro no lo pudo mandar al fondo de la red el galo con su potente disparo. Schmeichel estuvo muy seguro y demostró que lo del partido de ida no fue casualidad.

El centro del campo del Sevilla no funcionaba. N`Zonzi e Iborra no eran capaces de sacar el balón desde atrás con acierto y sólo Vitolo podía poner en apuros a un Leicester que no sufría demasiado en defensa. Al mal funcionamiento de la medular había que sumar la poca presencia de un Nasri que entraba en juego muy lejos del área que defendía Schmeichel. El francés desapareció y no dio velocidad al juego de un conjunto hispalense que tuvo muchos problemas para llevar la iniciativa del juego. Además, para completar su pésima actuación, Nasri terminó se autoexpulsó al caer en la trampa con Vardy y propinarle un cabezazo al inglés cuando el balón estaba en juego.

Tras el descanso, el Sevilla tuvo más el balón, llegó a la meta de Schmeichel pero no fue de capaz de tener la tranquilidad necesaria para meterse en la eliminatoria. Escudero estuvo cerca con un potente chut desde la zona de tres cuartos de campo, pero el larguero evitó uno de los goles de la jornada y que los de Sampaoli pudieran seguir dentro del partido.

Poco después de que el larguero repeliera el chut de Escudero, Albrighton aprovechó otro desajuste defensivo del Sevilla y libre de marca, anotó el segundo tanto para el Leicester. N’Zonzi, en tierra de nadie, no cerró la llegada del inglés y se limitó a cubrir con la mirada, algo que no suele dar demasiado resultado.

No era el día del Sevilla. La situación superó a los hispalenses y con un jugador menos, todavía tuvo la oportunidad de seguir en la pelea con un penalti que sufrió Vitolo. N’Zonzi se atrevió con la pena máxima, pero su chut fue un regaló para el meta danés. Al igual que Correa en la ida, N’zonzi se vio superado por la situación y puso una piedra más en un duelo para olvidar.

Finalmente, a pesar de intentarlo con más corazón que cabeza, el Sevilla volvió a quedarse en los octavos de final de la Liga de Campeones. El sueño de la máxima competición continental deberá esperar en Nervión.