Al menos 244 cuerpos han sido hallados en 120 fosas clandestinas en el estado de Veracruz, en un predio de 10 hectáreas en una zona rural a la entrada del puerto del mismo nombre, según fuentes de grupos de familiares de desaparecidos.

La zona se perfila como uno de los grandes cementerios clandestinos del país y también asoma como el resultado ominoso de una década de horror después de que el gobierno lanzó su gigantesca cruzada contra el narcotráfico con apoyo del Ejército y la Marina.

La ofensiva hasta ahora ha dejado una estela sangrienta de más de 200.000 muertos y 28.000 desaparecidos.

Colinas de Santa Fe, una zona más propio de un barrio de clase media que de un panteón, es un sitio lúgubre y macabro donde brigadas de voluntarios vinculadas a organizaciones humanitarias han realizado incansables faenas para hallar a desaparecidos desde mucho tiempo atrás.

La División Científica de la Policía Federal y la Fiscalía de Veracruz se han sumado a esta labor fundamentalmente encabezada por los activistas, algunos de ellos agrupados en la organización llamada Colectivo El Solecito, integrada por madres de desaparecidos.

Sólo la semana pasada, fueron hallados nueve cuerpos completos, la mayoría de jóvenes, pero no pasa un día sin que se sepa de nuevos hallazgos que ponen literalmente los pelos de punta.

El primer hallazgo ocurrió en agosto pasado, cuando se encontraron 28 excavaciones de 1,50 a 2,50 metros con al menos 30 cuerpos.

Lucía Díaz, del Colectivo El Solecito, afirma que la Fiscalía de Veracruz tiene “una función muy acotada” pues “no está trabajando en ninguno de los aspectos de la búsqueda”.

“Nosotros localizamos los puntos positivos, con verificación visual, no manipulamos los hallazgos y lo pasamos a la policía científica y hacen las exhumaciones”, expone en declaraciones al diario Reforma.

Según la activista, hay cuerpos inhumados desde hace cuatro, quizá cinco años, pero también otros con tejido que data de unos meses.

La Fiscalía de Veracruz ha recibido al menos 3.000 denuncias de personas desaparecidas fundamentalmente por la acción de organizaciones criminales como el Cártel de Jalisco Nueva Generación, el Cártel del Golfo y Los Zetas.

Para Lucía Díaz, la cifra “no refleja la realidad” de la violencia y las desapariciones en Veracruz, por cuanto “existen personas que no denuncian la desaparición de sus familiares por miedo, o existen ministerios públicos que no reportan los expedientes”.

“Hay muchos más desaparecidos. Cuando uno descubre las fosas con decenas de cadáveres, se da cuenta de que las cifras pueden ser más pavorosas, escalofriantes”, afirmó.

La dirigente cuestionó la “impunidad e insensibilidad” de las autoridades sobre el tema de los desaparecidos, y reprochó al presidente Enrique Peña de no haberlo mencionado en sus discursos públicos.

“No es un tema al que se haya referido. Él no lo ha reconocido. Es una de las grandes deudas” que tiene con la sociedad, expuso.

Los activistas todavía tienen como tarea pendiente la exploración de al menos un tercio del predio de Colinas de Santa Fe para verificar si hay más entierros clandestinos. Se tienen indicios hasta ahora de que hay otras cinco fosas masivas en las que se puede hallar un número grande pero indeterminado de cadáveres.

El Colectivo comenzó a trabajar con sólo 6 madres veracruzanas cuyos hijos habían sido reportados como desaparecidos, al que poco a poco se unieron otros más hasta completar actualmente 70 personas.

Veracruz es uno de los epicentros de la ola de violencia que sacude al país porque conecta la región sureste del país, sobre las costas del Golfo de México, y de donde pasan grandes cargamentos de droga desde Centroamérica y el Caribe hacia el norte, en la frontera con Estados Unidos.