Vaya por delante mi absoluto respeto, admiración y cariño a todos los cuerpos y fuerzas de seguridad de España y por supuesto, entre ellos, a los Mossos. Cabe recordar que, como es público y notorio, el salario de los Mossos sale del bolsillo de todos los españoles, excepto alguno complementos que son abonados por la Generalitat de Cataluña. En Tortosa (capital de las tierras del Ebro) tenemos una comisaría de los Mossos y en mi condición de ex-concejal de PxC en la ciudad, he tenido la oportunidad de conocer a muchos agentes, de esos que cada día están en la calle intentando ayudar a los ciudadanos. De esos que muchas veces se juegan el cuello ante los criminales y los delincuentes, aún con pocos recursos técnicos y humanos por obra y gracia de una casta política infame e indecente. Puedo asegurar que la gran mayoría de esos agentes son grandes profesionales, aún estando atados de pies y manos por esa desesperante casta política. Repito mi admiración y mi respeto a todos esos agentes, pero…..

Pero resulta que dentro del cuerpo de los Mossos tenemos, como en cualquier otra profesión, a una minoría que hace política (Mossos por la independencia) y a todo un puñado de comisarios políticos del régimen de dictadura bananera que ha impuesto la Generalitat desde hace años. Comisarios políticos infiltrados en el cuerpo, especialmente mandos intermedios y altos cargos, que destrozan la imagen y el buen hacer de los agentes. Comisarios políticos que hacen la vida imposible a cualquier ciudadano que no se pliega a ese pensamiento único impuesto desde la Generalitat desde hace años.

Hace ahora 3 años que algunos de esos comisarios políticos, sin ninguna denuncia contra mi persona, ya intentaron involucrarme en un supuesto incidente en la ilegal mezquita de la ciudad de Tortosa. Parece ser que hacer política, de forma totalmente legal y siendo un cargo público de una formación contraria al pensamiento único, es un pecado terrible. Según esa denuncia, sin ninguna prueba en mi contra, parece ser que alguien había hecho unas pintadas en la puerta del local y había tirado carne de cerdo. Sin más denuncia que la de alguno de esos comisarios políticos del régimen, tuve que ir a juicio. La sentencia, además de absolverme, desmotó todas las acusaciones de esos comisarios políticos y dejó claro que yo no tenía nada que ver con ese incidente y que no había ninguna prueba en mi contra. Parece que la sentencia no gustó a esos comisarios políticos y han vuelto a la carga.

He sido denunciado otra vez por esos comisarios políticos y mi “terrorífico crimen”, según ellos, ha sido ir publicando, en mi perfil privado de una conocida red social, las noticias de criminalidad, violencia y delincuencia protagonizada en España por los inmigrantes. Noticias, todas ellas, publicadas por la prensa y que yo me limito a comentar y hacer extensivas a los contactos que tengo en esa red social. No contentos con denunciarme por semejante “crimen” añaden que con esos comentarios se fomenta la inexistente relación de la inmigración con más y más delincuencia (no, no es un mal chiste, según esos comisarios políticos no existe esa evidente relación).

Hace unos pocos días se celebró el juicio por esa denuncia (denuncia política, atentado a la libertad de expresión, opinión y prensa y persecución policial por mis ideas, según mi abogado) y aún no tengo sentencia al respecto, pero me gustaría comentar algunas sensaciones vividas en ese juicio:

1.- Los 3 denunciantes, todos ellos agentes de los Mossos (2 hombres y una mujer), reconocen que sin ninguna denuncia previa y sin ninguna autorización judicial, por iniciativa propia, se introducen de forma torticera en mi perfil privado de esa red social y que hacen un seguimiento de todo aquello que se publica, y reconociendo que solamente hago comentarios, como hacen centenares de miles de españoles cada día, de las noticias que publica la prensa.

2.- Todos esos agente, sin uniforme y vestidos de calle, parecen sacados de alguna tribu urbana…..pañuelos palestinos (ellos) y la señora/señorita parecía la prima hermana de la Anna Gabriel (la de la CUP).

3.- Acabado el juicio y mientras estaba comentando con mi abogado a la puerta del juzgado, algunos personas que por allí estaban no tenían reparos en decir lo que muchos estábamos pensando: ¿eso son Mossos o perroflautas?

Para terminar el artículo y sin conocer aún la sentencia de mi “gravísimo crimen”, me gustaría añadir, y a tal efecto autorizo a cualquier cuerpo de seguridad español para que pueda investigarlo, que por no tener, no tengo ni multas de tráfico, que jamás he sido denunciado por conducción bajo el efecto de drogas o alcohol y que jamás he sido condenado por actos violentos o criminales. Mi “crimen” es no decir amén al pensamiento único que nos quiere imponer el régimen dictatorial de la Generalitat de Cataluña.

*Ex concejal de PxC en Tortosa (Tarragona)