Fidel Castro y la religión
Germán Mazuelo-Leytón.- Ríos de tinta han corrido en los últimos días a raíz de la muerte del tirano y dictador Fidel Castro, consecuentemente aquí no abundaremos respecto de quién fue el difunto comunista que gobernó Cuba desde 1959 a 2011, en una una de las dictaduras más largas de la historia, sino cómo se sirvió de la religión para la consecución de sus fines.
Frei Betto es un religioso dominico brasileño gran admirador de Fidel Castro, desde su ingreso a la Orden de Predicadores opositor tenaz de los regímenes militares en el Brasil, colaboró junto a otros frailes dominicos a la organización guerrillera ALN (Acción Libertadora Nacional), estuvo cuatro años encarcelado.
El fraile dominico señala que «inmediatamente después del triunfo de la Revolución Sandinista, los centros pastorales que existen en Nicaragua me invitaron para asesorar encuentros y entrenamientos especialmente con los campesinos… animar retiros espirituales, impartir cursos de iniciación bíblica y ayudar a las comunidades cristianas en la articulación entre la vida de fe y el compromiso político», en otras palabras el pseudo religioso ejercía una labor de adoctrinamiento ideológico sirviéndose de su condición de miembro de la otrora venerable Orden de Predicadores.
Escribió en 1985 el libro «Fidel y la Religión», para lo cual se desplazó a Cuba 12 veces «gracias a los católicos de Canadá y Alemania que me facilitaron los pasajes», señala que originalmente había pensado escribir sobre «La fe en el socialismo», pero que al final, después de 23 horas de conversaciones con Castro, las mismas las publicó con el título ya señalado.
En el señalado libro del dominico brasileño, éste pregunta a su ídolo: «¿Se cerraron iglesias, se expulsaron sacerdotes?», y el sátrapa respondió: «No, no hay una sola iglesia que se haya cerrado en el país, no hay una sola, nunca. Sí hubo casos, en determinado momento, en que fue muy fuerte en el enfrentamiento político y por la actitud militante políticamente de algunos sacerdotes, sobre todo de origen español, nosotros solicitamos que fuesen retirados del país, les suspendimos la autorización para permanecer aquí».
El cinismo del tirano no tuvo límites. Al comienzo de la revolución marxista en Cuba, los revolucionarios utilizaron la religión presentándose como católicos, pero en llegar Fidel Castro al poder éste se convirtió en un gran perseguidor de la Iglesia Católica. Cuando los cuadros católicos criticaron al régimen totalitario del Partido Comunista de Cuba, la ira de Castro hizo que en 1961 en una sola noche, reunieran a 130 sacerdotes y los despacharan en barco rumbo a España, imponiendo restricciones a la acción evangelizadora de la Iglesia, nacionalizando las escuelas católicas y prohibiendo la prensa católica. Uno de los sacerdotes expulsados fue mi querido amigo el sacerdote franciscano Daniel Elcid.
Bajo el principio de «quien no está con nosotros es nuestro enemigo», veintisiete millones de cristianos (se calcula que el total de muertos es de cien millones), durante el siglo XX fueron víctimas de la ideología comunista. El marxismo que en su concepción totalitaria identifica sociedad con Estado, ha buscado no sólo manipular obispos, sacerdotes y fieles a favor de su ideología, sino incluso dirigir la Iglesia formando «iglesias católicas» paralelas.
Tras cientos de fusilamientos, purgas internas y juicios revolucionarios, también en Cuba sacerdotes «contrarrevolucionarios» fueron asesinados. Durante el oprobioso régimen, Fidel Castro persiguió a los católicos fieles, arrinconándolos, quitándoles el trabajo o confinándolos a los campos de concentración junto a los defensores de los derechos humanos y homosexuales. Claro que también en la Iglesia en Cuba tenemos mártires asesinados en los paredones castristas.
Durante los larguísimos años de su férreo control del poder Castro se afanó por exportar su revolución marxista por toda América Latina y África, adiestrando en la isla a guerrilleros, y enviando sus tropas para apoyar las revueltas marxistas y en infiltrar la Iglesia.
Para el comunismo el secreto de su éxito está en disimular su origen, «en poner biombos y mamparas», y ¿qué mejor mampara que la izquierda católica?, así el clero siempre estuvo en la mira del comunismo internacional, a través del cual éste pudo penetrar en los estamentos católicos, para desde dentro de la Iglesia promover la revolución, es que «la fuerza motriz del avance comunista no está tanto en el propio partido comunista y sus congéneres, sino en la infiltración de las ideas izquierdistas en los medios católicos y en la consecuente relativización de la doctrina de la Iglesia en la conciencia de los creyentes».
Aunque la infiltración comunista en la Iglesia no es reciente, y tampoco menos grave, muchos años pasaron hasta que los totalitarios comprendieron que sería mejor para la revolución marxista no tanto combatir la religión como servirse de ella. De manera pública Lenín afirmó que destruiría la Iglesia a través de la infiltración. Bella Dodd, que había sido comunista, convertida a la Fe católica por el Obispo Fulton Sheen, testimonió públicamente que había enviado personalmente un número superior a mil jóvenes a los seminarios católicos, para que pudiesen destruir la Iglesia desde su interior. Y cuando ella estaba deponiendo públicamente, dijo: «Algunos de ellos ya son Obispos». Y estaba hablando al final de la década de 1940 e inicios de los 1950.
En 1976, quinientos sacerdotes colombianos enviaron una petición al Vaticano acusando a sus obispos de estar «aliados al explotador contra el explotado». El sacerdote Saturnino Sepúlveda, jefe del grupo marxista Sacerdotes para América Latina afirmó entonces: «Yo veo a Jesucristo como el secretario general del primer partido comunista». La concepción marxista adoptada por la llamada Teología de la Liberación, ve en el pobre, al verdadero mesías, y redentor de la humanidad.
Fidel Castro convirtió a Cuba en la isla-cárcel, donde miles de cubanos sufren todavía en los campos de concentración, un país en el que la célula principal de la sociedad la familia ha sido y es ataca, un país en el que los padres pierden la patria potestad de sus hijos a temprana edad, para ser educados lejos de la influencia paterna en el hogar.
Aún hoy, son perseguidos los cristianos no colaboracionistas. Antes de la llegada de Barak Obama a la isla, se denunció que el gobierno cubano «reprimió a más de 1.600 grupos evangélicos entre enero y julio» de este año.[1]
Frei Betto concluye su adulador escrito con la siguiente hipócrita respuesta del «Comandante Fidel»: «Prefiero no meterme en las cuestiones internas de la Iglesia».
Francisco Romero nos cuenta con sencillez y emoción, el sugestivo contraste entre San Francisco de Asís y Enrique VIII:
Comparad, comparad ese omnia todo del rey con aquél omnia todo del descalzo. Un hombre que lo tenía todo y dice: lo he perdido todo. Un hombre que no tenía nada y afirma: lo tengo todo con mi Dios. Y es que Francisco de Asís no tenía nada pero tenía a Dios y lo tenía todo. En cambio Enrique VIII de Inglaterra, lo tenía todo, pero no tenía a Dios y no tenía nada.
Francisco de Asís decía: lo dejé todo por Dios, pero Dios es para mí todas las cosas.
Enrique VIII decía: no tengo a Dios y todo lo he perdido. Y tenía razón porque había perdido todo ante la muerte, perdió su reino, perdió su riqueza, perdió su vida temporal, y quizá perdió también el Reino de la felicidad eterna, el contraste de este mundo se convierte en el contraste del otro, pero con los papeles cambiados. El placer del pecado se convierte en desesperación y sufrimiento, la amargura de la penitencia se convierte en delicia.
La muerte ofrece la oportunidad de un balcón con panorama amplísimo, de la vida ya pasada y el comienzo de una eternidad feliz o desgraciada que no cambiará. Dos figuras: Enrique VIII y el pobrecillo Francisco de Asís, figuras las más contrarias en su género de vida, que también serán contrarias en su eternidad.
Según esta vida será la otra, para Usted y para mí, y también para Fidel Castro.
Yo pienso que los creadores del comunismo terrorista fueron los judíos…
Lo que no dice aquí, es que en el libro, ese de ” Fidel y la Religión ” de ese Fray Betto, le aclara castro a Betto, que él es ateo, No creyente, luego, ya en los últimos años, la Tv. italiana, con el periodista Giani MINA, LE HACE UNA, entrevista al dictador, ya enfermo, y le contesta lo mismo, que él , el viejo dictador, sigue siendo un NO, Creyente, un ateo, y así ha muerto el dictador, como un ateo, así que no salgan los curas rojos, ha tratar de ensalzar a Castro, como cristiano.