El pasado viernes no tuve más remedio que ver la Sexta, porque aparte de que salían Eduardo Inda y Marhuenda, se anunciaba una entrevista al brillante Arturo Pérez-Reverte, mente privilegiada donde las haya, merecía la pena tragarse el coloquio etiquetado siempre con la firma de la izquierda, que como norma, carga obsesiva y enfermizamente contra el PP, como si éste fuera el único responsable de la mierda de país que actualmente tenemos.

Bien es cierto que los pocos contertulios de derechas que son invitados al programa, se defienden muy dignamente y a veces como gato panza arriba salvan brillantemente los muebles, porque si hay algo destacable que durante siglos tuvo la derecha en España, entre otras cosas, es el elevado grado de formación de sus speakers, a mi juicio muy superior al de los periodistas y críticos de izquierdas, en la mayoría de los casos.

Llegó la hora de ver a Reverte y allí estaba yo, con mi atención clavada en la caja boba. Presentó su nueva novela titulada “Falcó”, es un recorrido del protagonista llamado como el libro por la Guerra Civil Española y su autor, con esa preciosa imparcialidad y visión aséptica de la realidad española que le caracteriza, pone de manifiesto la absurda y torpe “teoría de la memoria histórica” que con tanto interés nos han intentado vender desde zapateristas, aunque alguno fuera nieto de repartidor de estopa a los mineros asturianos, hasta podemitas.

Pérez-Reverte expresa en su libro la gran barbarie de los dos bandos, porque en una guerra que duró tres años, no quedó otra, la sociedad española estaba repleta de etiquetas y la incultura del pueblo manejado por los políticos de la época era supina. La única memoria de este periodo es la responsabilidad física y moral de ambos frentes, que generaron el 50% de miseria y muerte para España, de lo contrario, si el balance de la represión estuviera polarizado hacia un solo bando, el conflicto hubiese durado 3 días en lugar de 3 años, no hay una sola memoria, hay dos y los idealistas y los sádicos -dice Reverte- estaban tanto en los nacionales como en los republicanos.

La división de la izquierda internacional contemporánea, con himno y puño para ellos, ha quedado patente siempre, han sido fraticidas, lo que nunca fue la derecha y tenemos claros exponentes preliminares como la Revolución Rusa de 1917, donde no tuvieron bastante con el genocidio externo, sino que lo practicaron también entre ellos mismos, entre las diversas facciones del Comunismo de aquella época en el país de los zares.

Pérez-Reverte y muchos más, decimos que algo parecido sucedió en la España de la segunda república y ese fue unos de los detonantes de la guerra civil y un catalizador para el triunfo de la derecha en nuestro país, porque ésta siempre estuvo unida y es un contrasentido cuando oímos continuamente arengas de la izquierda como “unidos, jamás seremos vencidos” o asistimos a coaliciones como Unidos Podemos, donde ya va dividida al pacto por sus ansias de poder la segunda parte de la alianza.

El mismo Azaña decía que no se podía gobernar un país rodeado de imbéciles y yo creo que eso ronda por la cabeza del cabal presidente de la gestora socialista, el Sr. Fernández, la fractura histórica de la izquierda en el mundo y en especial en España es casi endémica, en el 36 competían en la dialéctica de que si primero la revolución o primero el gobierno y en romanticismos parecidos, a cambio, la derecha unida y con un solo objetivo, el de acabar con la imposición atea y anticapitalista soviética en España en el menor tiempo posible, se organizó y ganó una guerra no sólo por cojones, sino porque la verdad hace justicia al final.

Me remito a la divertida película Training Day, donde el brillante Denzel Washington pregunta a su pasante del cuerpo de policía en una conversación dentro del coche patrulla: Chico, ¿Tú eres lobo o cordero?, el mismo planteamiento se hace Falcó, el protagonista del libro de Reverte, aunque éste lo tiene claro, porque piensa que este mundo es para los lobos y no para los corderos. El PSOE y UNIDOS PODEMOS han vuelto a ser corderos, han proyectado su problema del 36 a 2016 y la derecha o los que se llaman de derechas, se los han comido.

Pérez-Reverte dice en unos de los diálogos que cuando él era joven, pensaba que lo peor del mundo era la maldad, cuando era un adulto pensaba ya en la estupidez y ahora que es un hombre maduro, está convencido de que lo peor es la cobardía y yo creo, a la luz de acontecimientos pasados y presentes que la izquierda española, aparte de dividida y complaciente con el enemigo, es cobarde.