Asalto a la capilla de la ACM con la presencia de la concejala podemita Rita Maestre.

José L. Román.- ¿Se acuerdan ustedes de lo sucedido en el “Club Blanquerna” de Madrid, cuando unos nacionalistas secesionistas catalanes celebraban en su interior la “Diada catalana”? Pues bien, los jóvenes que irrumpieron en el local para gritar “no nos engañan Cataluña es España”, y que le dieron un empujón a Sánchez Llibre, fueron todos detenidos en menos de 24 horas por la Policía. Toda la prensa, las cadenas de radio, la televisión y las Redes sociales, azuzadas por “progresistas” y “liberales” de toda índole y condición, se levantaron en oleada de improperios y estuvieron dedicando sus editoriales y mensajes durante varios días, exclusivamente, a linchar y criminalizar a los jóvenes detenidos.

Pero hay más, porque Jesús Posada, personaje sobresaliente del Partido Popular, entonces presidente del Congreso, encabezó una condena unánime de los hechos y transmitió una declaración institucional en el hemiciclo, al que se sumaron TODOS los partidos con representación parlamentaria.

Dos jóvenes agredidos en Barcelona por llevar la camiseta de la selección española.

Las tertulias de radio y televisión, con los habituales invitados del Partido Popular a la cabeza y algún que otro liberal, amén de los izquierdistas de costumbre, estuvieron dando la matraca con este tema casi una semana durante horas y horas, arremetiendo con insultos y dura verborrea contra los jóvenes que irrumpieron en un feudo separatista, para reivindicar la españolidad de Cataluña.

Ni que decir tiene, que cuando la Policía entregó a los jóvenes ante la Justicia, ésta se vistió de gala. La Fiscalía no se lo pensó dos veces: de cuatro a nueve años de condena solicitó el Ministerio Público para cada uno de los jóvenes detenidos, a quienes los medios informativos ya habían juzgado previamente por “fascistas, nazis y de extrema derecha”.

Escrache a Felipe González en la Universidad Autónoma de Madrid.

Trasladémonos ahora a los sucesos de Alsasua. Linchamiento multitudinario contra dos guardias civiles y sus parejas por parte de varias decenas de proetarras marxistas de ultraizquierda, y la Policía Foral de Navarra solo detuvo a dos de los salvajes que, inmediatamente, fueron puestos en libertad. La valoración de estos hechos por los contertulios no fue para nada unánime, pues algunos han llegado a atribuir la culpa a los guardias agredidos y a sus parejas, al considerar su presencia en el bar como un acto de provocación. La prensa tampoco se batió mucho el cobre para arremeter contra los terroristas, pues salvo escasas pero honrosas excepciones, todos dieron la noticia “condenando la violencia venga de donde venga”, sin especificar con detalle la condición de los agredidos, y pasando muy de puntillas frente a una salvajada más, del marxismo fundamentalista contra la Guardia Civil, dando a entender que todo había sido una pelea de taberna.

Pero hay más, porque curiosamente, tampoco se ha movilizado el Congreso ni el Senado ante esta salvaje agresión. Nada que ver con el posicionamiento del Gobierno de Rajoy contra los jóvenes que irrumpieron en el Club Blanquerna, para protestar contra una reunión de nacionalistas secesionistas catalanes, cuyo principal y único objetivo es romper con España.

Tampoco hubo detenidos entre los podemitas marxistas que apoyaron el motín en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche en Madrid, entre los que se encontraban concejales, diputados y senadores de esta formación ultraizquierdista.

Los podemitas marxistas, los asaltacapillas, los agresores de sacerdotes católicos, los amigos de los islamistas, los asesores del chavismo criminal, y los aduladores de la teocracia iraní, imponen su ley “por cojones” impidiendo ejercer su libertad de expresión en su día a Rosa Díez, y más recientemente en la UAM, al que fuese presidente del gobierno español, Felipe González.

Escrache a Rosa Díez con la presencia del líder de Podemos, Pablo Iglesias.

Y mientras todo esto está siendo protagonizado por los matones del escrache, del empoderamiento y la navaja, díganme, ¿dónde coño está la Fiscal General del Estado? Pues ni está ni se le espera. No es de extrañar por tanto, que todo esto esté derivando en un clima generalizado de violencia pública que mandó al hospital a dos chicas jóvenes en Barcelona por publicitar a la selección española, y donde en las últimas horas ha sido apaleado un legionario en Barcelona; ha sido amenazada una niña de tres años hija de un guardia civil en Almería; ha sido agredido un policía nacional en Valencia cuando paseaba por la calle con su esposa y sus tres hijos de corta edad, como un suma y sigue a lo acontecido en Alsasua.

Existe una doble vara de medir por parte de los medios de comunicación y de los partidos políticos. Es evidente, como venimos observando y hemos podido comprobar durante muchos años, que si defiendes la unidad de España y te manifiestas por ello, caerá sobre ti todo el peso de la ley. Si respetas los símbolos más representativos de la nación; si respetas a las personas mayores y defiendes la célula base que es la familia, y si pagas religiosamente tus impuestos cumpliendo a su vez con el orden constitucional establecido, entonces, eres un fascista, un cavernícola, y un reaccionario de extrema derecha.

Un guardia civil tuvo que leer como a su hija de tres años le deseaban que “reventara”.

Si por el contrario te posicionas junto a los terroristas, asesinos y secesionistas antiespañoles; si exhibes un odio visceral antiespañol y una doctrina de represión marxista leninista asaltando capillas católicas; si te dedicas a imponer la ley del miedo y del terror en las universidades y en las calles; si apaleas a policías y guardias civiles; si diriges abucheos cuando suena el himno nacional de España y te burlas de los símbolos más representativos de la Patria; si odias a los miembros del Ejército, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional; y si anuncias públicamente una profunda satisfacción cuando un policía nacional o un guardia civil es pateado por una banda de cobardes con marchamo etarra, entonces, la democracia, los partidos políticos y la mayoría de los medios de comunicación, te honrarán de inmediato con una mágica vara de medir y todo tipo de garantías procesales; las Cortes Generales aplicarán unánimemente paños calientes a tus fechorías; y un sector mayoritario de la judicatura se mostrará benevolente y genuflexa ante ti, porque nunca verán delito en esas agresiones, en esos escraches, o en esas algaradas callejeras.