Algunas trabajadoras de la limpieza durante una manifestación.

Román Piña Valls.- Bob Dylan ha publicado treinta y siete discos, según mis fuentes. Umbral publicó más de cien libros. Hay gente que produce mucho, y hay gente que habla mucho. Demasiado. Internet debería ser galardonada con el premio al Fomento de la Lectura, porque Internet publica mucho. Demasiado. El periodismo hizo posible el nacimiento de legiones de bocazas, e Internet ha hecho posible su imperio. Leonard Cohen con 82 años saca un disco. No le había dado tiempo a decir hasta ahora lo que ahora nos cuenta y canta. Que no se deje nada en el tintero. Si llega a donde quiere, a los 120 años, podrá rebañar bien la sangre y la tinta de sus venas en varios discos más.

Me parece muy bien que la gente sea creativa y lance su obra al mundo, pero mi conciencia ecologista sufre por ello. Cuanto más parimos, más problemas en los centros de recogida y procesamiento de residuos. No crear nada tiene sus ventajas. No publicar, estar callado, es todo un detalle, un gesto de caridad que nos deberían agradecer y que nos puede dar alguna alegría.

Hace unas semanas se nos contaba que no sé qué organismo de Baleares ha amenazado con echar a la calle a 400 profesionales de la limpieza porque no pueden acreditar un título de catalán. Esa amenaza no tendría sentido si nuestra sociedad premiase el silencio, como debería ser. Los políticos de ahora y de siempre no se dedican a trabajar para nosotros, que les pagamos, sino a fastidiarnos y a insultarnos con su incompetencia o sus circos. Si fuesen personas lúcidas, fomentarían el silencio, la mudez.

Yo convivo con algunas profesionales de la limpieza y me las intento imaginar adornadas con un título de catalán. Las veo empujar el carro con las escobas, fregonas y detergentes por largos pasillos; las veo limpiar pizarras en silencio y soledad; las veo barrer escaleras en tiempos muertos, cuando los estudiantes no molestan. No necesitan hablar en ningún idioma. Y si lo hacen porque les da la gana, no necesitan un título. ¿Qué ganamos pidiendo títulos de catalán a limpiadoras, bomberos o basureros, aparte de una herramienta para marginar, castigar y amargar la vida a la gente? ¿O no te amargan la vida si te quitan un trabajo? No hay otra razón para exigir títulos de catalán que hacer limpieza social, según el diseño genético de unos xenófobos y mediocres que legislan para que en Baleares no tengan derecho a comer quienes no asuman el dogma de que esta sociedad ha de ser catalanohablante o no ser.

Unas limpiadoras, en unos meses, van a perder su trabajo gracias a esa lengua que algunos, jajaja, encima, se atreven a presentar como integradora. ¿Y si fuesen mudas? ¿La administración balear echará a la calle a una mujer muda que puede limpiar de maravilla, porque no puede ser embajadora de los Países Catalanes en horario de trabajo, en esos fríos y desiertos pasillos, y difundir la Paraula? ¿Hay algo más antisocial, más violento, más totalitario, que discriminar con la Llengua a la gente humilde?