Digan lo que digan sus dirigentes, Podemos cosechó una notable derrota en Galicia al perder 25.000 votos en relación a las últimas elecciones generales y quedar muy lejos de los 18 diputados alcanzados por el BNG en las elecciones autonómicas de 1997, con Xosé Manuel Beiras al frente. No olvidemos que En Marea -la marca local de Podemos- se pasó meses anunciando el final político de Alberto Núñez Feijoo. En Vascongadas, por su parte, los resultados han supuesto otro severo correctivo para la dirección del partido, si tenemos en cuenta que hace sólo un año, las encuestas situaban a Podemos como primera fuerza política en aquella comunidad. En ambas comunidades ha perdido votos desde el 26 de junio: más de 150.000 en Vascongadas y más de 70.000 en Galicia. El declive electoral de Podemos parece ya imparable, aunque sus dirigentes lo camuflen con tramposas lecturas. La inevitable cita con el poder que nos anunciaban a bombo y platillo hace poco, definitivamente suspendida. La ilusión de cientos de miles de votantes que se han dejado en el camino desde el 20 de diciembre, completamente rota. El “tic tac” ya sólo suena en la calenturienta imaginación de Pablo Iglesias y sus cuates.

Entre las sorprendentes reacciones de los miembros de la formación morada a estos sucesivos reveses electorales se encuentra el desprecio a los votantes de otros partidos y, muy especialmente, a los que ellos consideran «viejos».

El odio a los ancianos destilado en las redes sociales por parte de los activistas podemitas recuerda a aquella novela de Bioy Casares, «Diario de la guerra del cerdo». En ella, una furibunda juventud mataba a cualquier persona mayor que encontrara por la calle. Era y es literatura, y aunque la vida imita al arte, el texto de Casares sólo sirve como metáfora de aquellos que ahora quieren otorgar derechos según los años. Nos habíamos garantizado que no se discriminaría a nadie por sus ideas políticas o religiosas, raza o sexo. Pero no sospechábamos que también se podía segregar por edad. La turba furiosa que la extrema izquierda lanzó meses atrás en internet pretendía negar el voto a la tercera edad. Aunque la recta final de la vida es tiempo de indiferencia, es normal que quien tiene experiencia ponga en cuarentena todo aquello que prometen los «salvapatrias». Al fin y al cabo, los viejos también fueron jóvenes. La ultraizquierda está en progresivo declive porque daba miedo. Y ese miedo ha quedado justificado estos días. Hemos sido gobernados por mucha gente corrupta, es cierto. Pero, entre ladrón y asesino, debemos distinguir. Los discípulos de Irán y Chávez son más que los simples ladrones que sugiere su financiación. La cual no es tan distinta, por cierto, a la de los partidos de la transición. Lo distinto ahora es que Teherán y Caracas son regímenes homicidas.

La última en sumarse a esta escalada de descalificaciones contra la población de más edad ha sido la secretaria de Análisis Político de Podemos, Carolina Bescansa. Su ecuación es la siguiente: “los datos atestiguan que los votantes de Podemos, a diferencia de los del PSOE y el PP, son gente menor de 45 años y perteneciente a grandes urbes”, y por tanto, según ha asegurado, si todo el electorado fuese menor de 45 años, “Iglesias sería presidente del gobierno desde el año pasado”.

«En España en general, y en Galicia con más intensidad se está produciendo una escisión en términos generacionales del comportamiento electoral. El gran respaldo al PP, pero sobre todo al PSOE, se encuentra entre la gente mayor de 45 años y que vive en municipios menores de 500.000 habitantes», ha explicado en una entrevista en RNE.

Podía también haber dicho que el gran respaldo a Podemos se encuentra entre los jóvenes que ni estudian ni trabajan, los españoles en general más improductivos, los resentidos sociales, los subsidiados, los guerracivilistas, los progres de calimocho, los inmigracionistas, los ‘okupas’, los homosexualistas, las hembristas, el lumpen antisistema; en definitiva, los más incapaces, los más destructivos, los más roñosos, los más vagos, los peores en términos absolutos. Si de ellos dependiese, Iglesias sería no solo el presidente del Gobierno de España, sino del mundo mundial.

Además, la secretaria de Análisis Político de Podemos ve positiva la intención del líder del PSOE, Pedro Sánchez, de celebrar un congreso de su partido ya que, a su juicio, «el proceso de parálisis» en el que vive España «tiene que ver con el proceso de parálisis en el que se encuentran los socialistas».

Así, ha explicado que no tener un presidente para el gobierno de España es consecuencia del «bloqueo mutuo de las distintas fuerzas que conviven dentro del PSOE, de modo que le parece bien que se tomen medidas para el desbloqueo» entre los propios socialistas.

Preguntada sobre la ruptura del pacto de investidura con el PSOE en Castilla-La Mancha, ha querido subrayar que es un asunto estrictamente autonómico y que «los territorios no son moneda de cambio». En todo caso, no ha querido pronunciarse sobre la posibilidad de una moción de censura contra el gobierno regional del PSOE alegando que «ese no es el debate».