Apostatando mediante el diálogo judeo-cristiano
Diego Pappalardo.- Constituye un error funesto el diálogo religioso concesivo con el judaísmo talmudista ya que nos ubica torpemente en situación de inferioridad respecto de los negadores de la Divinidad y Reyecía de Cristo al considerarles “hermanos mayores”.
Ningún católico puede sostener que es correcta su formación doctrinaria si piensa y propala que el judío es el preferido de Dios aunque, ahora, ande errante y combatiendo a Su Creador. Según esos exponentes, la judeidad blasfema se convertirá inexorablemente y superaría en práctica virtuosa al católico no judaico; sentenciando con ello que ante Dios el judío tendría más dignidad que la persona no nacida de vientre hebreo, aunque el gentil haya nacido y desarrollado su vida en la Iglesia de Cristo.
Ante esos desvíos y desvaríos tenemos que blasonar el carácter absoluto, único e independiente, del catolicismo romano. Puesto que Cristo es Dios -naturaleza divina que demostró poseer con Su Mensaje, Su Resurrección y Sus Milagros- y fundó Su Iglesia independientemente del gen judío, nadie generalmente puede ir al Cielo sin ser católico de alma y corazón.
El Padre Isidoro da Alatri O.F.M. nos dice que “En su Opera Omnia , San Lorenzo de Brindisi (1559-1619) habla repetidamente de la muerte de Cristo y acusa a los judíos como los principales actores de esta muerte. Afirma claramente que los judíos fueron perdidos por la ambición y la avaricia (I, 341, II, 61), a pesar de la admiración que sentían por la doctrina de Cristo (II, 356-357)” por lo tanto “el pueblo judío, anteriormente elegido, ya no lo es , porque en su lugar se llamó a todas las naciones a las cuales fue anunciado el Evangelio a través de los Apóstoles y a los que les siguen a través de los siglos, continuando la misión.
En este nuevo pueblo, elegido por la Fe recibida de Cristo, todo el mundo, incluso el pueblo judío, puede integrarlo, si acepta el Mensaje, si reconoce que Cristo es el verdadero Mesías y que solamente Él es la Salvación, como San Pedro le declaró al pueblo judío que lo escuchó en Jerusalén. (Hechos, IV, 12)”.
El mismo San Pedro desde su Cátedra les decía -y nos dice- a los cristianos:
“Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz:
Ustedes, que antes no eran un pueblo, ahora son el Pueblo de Dios; ustedes, que antes no habían obtenido misericordia, ahora la han alcanzado.” (I Pedro 2: 9-10).
Por su parte, San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, por inspiración divina y con autoridad apostólica, dirigiéndose a los hebreos les exponía -y nos expone a todos nosotros- lo siguiente:
“Como ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, también yo me desentendí de ellos, dice el Señor” y, por ello, el Único Dios existente establece una nueva Alianza. Pero “Al decir nueva, declaró anticuada la primera; y lo anticuado y viejo está a punto de cesar.” (Hebreos, 8-9 y 8-13)
No hay que temer ni temblar al afirmar que el único Pueblo de Dios lo integran los bautizados en el catolicismo romano, quienes se convierten por Bendición de Cristo y por convicción propia en cristóbales que se esmeran por cargar la Cruz y en seguir a Su Maestro porque ” si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa” (San Pablo, Gálatas 2:29).
En suma, las características y condiciones que presenta actualmente el recurrente diálogo interreligioso judeo-cristiano es una concesión de los llamados católicos a las blasfemias y bestialidades del Talmud, libelo que rechaza explícitamente a la Santísima Trinidad.
Por lo tanto, emprender y profundizar diálogos erráticos con los no cristianos es dar un paso más en la apostasía realmente existente.
“El que cree en el Hijo tiene Vida eterna.
El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida,
sino que la ira de Dios pesa sobre él”
San Juan 3:36
Interesante que en esta última reunión “ecuménica” en Asís, donde participaron más de 400 lideres religiosos, en el discurso de Bergoglio no se haya hecho mención a Cristo ni una sola vez. Ya no es necesario el Espíritu Santo para la salvación de las almas y la paz en el mundo se alcanza con un simple amor fraternal entre los hombres, negando 1950 años de tradición. Normal que este “papa” sea tan apreciado por judíos y masones.
El padre ese Isidoro de Alatri, tiene toda la razón. Pues eso es lo que nos enseñaron siempre en la clase de religión. Nadie se salva, si no es a través del HIJO, Cristo. Los judíos, y de otras religiones, que no reconozcan a Cristo, como el Hijo de Dios, Padre, y no crean en él ., No se salvarán. Ni siquiera esos judíos, que saludan a los últimos Papas, se pueden salvar, si no reconocen a Cristo como el Mesías.
Mi posición no es la de un católico sino la de uno que cree en el estudio comparativo de las distintas religiones como modo y método de aproximación a la verdad. La tradición cristiana no procede del judaísmo salvo en aspectos externos y en el ropaje exotérico del culto. El cristianismo es una religión mistérica griega de muerte y resurrección. Cristo es un avatar sincrético de Orfeo u otros. Es por eso que en la tradición interior del cristianismo hay un verdadero conocimiento del mundo de ultratumba que está totalmente ausente del judaísmo o de los diversos judaísmos. Cuando digo… Leer más »