Principios esenciales (I): La unidad de España
El artículo 2 de la vigente Constitución Española, como Norma de normas, que sirvió para la implantación de la dictadura de los partidos políticos, dice:
“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
De su simple lectura, tal precepto encierra en sí mismo el principio y el fin de España, producto del engaño masivo, constituyendo, per se, la gran traición a su unidad, pues entraña una manifiesta corrupción del lenguaje al servicio de los traidores nacionalistas con la innegable complicidad de los políticios que habían compartido los principios fundamentales del régimen anterior.
A cambio de que pudieran perpetuarse en el poder o en sus aledaños los felones políticos de entonces, hirieron de muerte a la unidad de España a cambio de su continuidad, al reconocer unas realidades inexistentes, las nacionalidades, y al tiempo, para quedar bien, otras realidades que sí que existían, las regiones, haciendo de España una suerte de conglomerado territorial de primera y de segunda.
La Nación española (y la manifestación que ensalza la misma, patriotismo) es una realidad histórica con solera, que arranca en sus orígenes en la división provincial romana (Hispania), pasando a ser reinos con las invasiones germánicas y la caída del imperio romano, adquiriendo entidad política y territorial con el reino Visigodo (Leovigildo y Recaredo, especialmente) contituyéndose, por tanto, en la primera Nación europea, que se rebela contra la invasión musulmana, a través de la reconquista, y que superada aquélla, se consolida como Nación desde nuestros Reyes Católicos con la unión de las coronas de los reinos de Castilla y Aragón.
Sandeces como que España no es hasta el denominado y pernicioso, repito, pernicioso, nacionalismo liberal de las Cortes de Cádiz de 1812 o que España ha sido Nación de naciones (y que por tanto presupone la coexistencia de naciones previas) es estupidez vendida por cierto sector historiográfico que simplemente, odia a España.
Un movimiento patriota español actual debe partir de este principio, la unidad de España, como elemento vertebrador de todo lo que en ella se asienta, las provincias que dan lugar a la regiones absolutamente concretadas históricamente y por las que se rigió el anterior régimen, con respeto a nuestra tradición histórica, pero en modo alguno de nacionalidades, que son obra de los enemigos de la periferia de España, interesados en una España débil para que puedan medrar con la excusa del pretendido artificio nacionalista.
La unidad la España, nuestra Patria, se fundamenta en un sentimiento colectivo de identidad, bajo unos rasgos comunes, sobre los que se asienta el Estado, como aparato encargado de la gestión de nuestra Nación.
La organización territorial del anterior régimen en provincias y regiones fue un modelo con causa histórica, óptimo, eficaz y suficiente para hacer que España funcionara, sin grandes desigualdades ni agravios, a diferencia de ahora.
No ocurre así en el presente, donde hay comunidades autónomas que actúan, prácticamente como “naciones” integradas en una “confederación española” con la aquiescencia de las instituiciones y autoridades que las presentan, gracias a la complicidad de un inerme pueblo español que permitió el inicio de la liquidación de nuestro bien más preciado, la unidad España con la aprobación de la Constitución, y ello con matices muy diversos.
Ha de recordarse que la aprobación del proyecto constitucional de 1.978 lo fue por la mayoría de votantes (aunque personalmente cuestione esa farsa de referéndum en tanto estaba precedido de un vicio en la voluntad del español medio) pero con una abstención notabilísima, que en algunas regiones rozó el 50% como en la región gallega o incluso lo superó como en la región vascongada y que se votó bajo el miedo a una nueva confrontación civil, que ni por asomo podía reproducirse, si no fuera con una nueva derrota de la izquierda y el separatismo.
Si esta Constitución se fundamenta en el engaño a los españoles, a los que se colocó entre la espada y la pared, en un ejercicio de sutil argucia política, carece de toda legitimidad, que ha de superarse, para entroncar, nuevamente, con el principio de la unidad de España, que proscribe todo nacionalismo producto de la propaganda secesionista.
En definitiva, España es una, y toda acción encaminada a liquidarla es traición a nuestra Nación, y por tanto, a todos los españoles.
Llegó la hora en que hay negar la legitimidad del actual sistema, fundamentado en la Constitución, que ha conseguido, con la excusa de preservar la unidad de España, precisamente, el fin realmente perseguido, liquidarla.
De ello son responsables todas las instituciones y autoridades al frente de las mismas, que se han ido sucediendo en todos los ámbitos, de suerte que un movimiento patriota tiene como misión esencial dotar a los españoles de otra constitución que desagravie la gran mentira a la que estamos sometidos desde 1.978 por mor de los enemigos de España, desde los que se dicen españoles hasta los que niegan serlo, que han perserverado en este régimen, a fin de preservar sus privilegios dentro de organizaciones mafiosas (partidos políticos, entre otras) a costa de destruir nuestra Patria, prostituyéndola, para ser aprovechados por nuestros enemigos internos.
No necesitamos ni monarca, ni ejecutivo, ni legislativo ni judicial que encarne traición a España, sino más bien, un movimiento patriota superador, a partir de la fuerza de los españoles, que se imponga para decir basta ya y hasta aquí habéis llegado, a fin de suprimir las tensiones y chantajes separatistas.
Todas estas instituciones y autoridades, para lo que valen, nos sobran.
Cuando llegue ese momento, los enemigos internos habrán de rendir cuentas, ser juzgados, y condenados, de proceder, por alta traición.
Llegará la hora en que Expaña vuelva a ser España.
Casi cuarenta años de traición, ignominia y afrenta continuada, lo requieren.
*Abogado y miembro de la resistencia patriota.@edumorato92
Don Mariano Rajoy no tiene voluntad para acabar con el separatismo, por eso le manda la pelota al Tribunal Constitucional para marear la perdiz. Ël sabe de sobre que el poder ejecutivo para que se cumplan las Leyes y sentencias es del Gobierno de España, pero no lo quiere asumir porque le falta, tal vez, españolismo. Y es lo primero que debiera tener el presidente de Gobierno de cualquier nación.
VIVA ESPAÑA UNA Y FUERTE
Asi es. Suscribo sus palabras.
La sociedad española abandonada,entre las viejas paredes de las partitocracias amañadas.Quedo a merced de los tamposos y se fue lentamente desmoronando en lo economico ,en lo moral y en lo social. Sin que bastaran para detener su ruina los no pocos avisos,con datos fundados y palabras razonadas de esas legitima clase de españoles que no aceptarón esa burda farsa e ilegitimo engaño.Ellos avisarón a esa sociedad tarada que prefirio no escuchar.Para no contemplar el bien perdido y descubrir el error al que fue arrastrada,todo fue jugado a una carta equivocada,amañada bajo un juego trampeado en el que nunca devimos de… Leer más »
Esencialmente acertado.